Opinión

Apoyar el civismo

Una de las virtudes que los ciudadanos más valoran de los políticos gestores es la eficacia en su cometido y la sagacidad para afrontar problemas e incluso anticiparse a ellos en lo posible. Es una evidencia que el concello de Ourense no pasa por su mejor momento, aunque los administrados difícilmente aceptarán problemas internos como excusa, por más que dé la impresión de que las diferencias estén influyendo en el funcionamiento cotidiano.

Hablemos de limpieza, por ejemplo, servicio cuya titular pidió a través del Registro oficial del Concello las cuentas de su propio grupo, desencadenando el último rebumbio municipal. Lástima que haya resultado estéril y sin resultados relevantes -la supresión de las asignaciones, mismamente- que excedan la pura anécdota o la abundante munición para que la oposición y más allá de ella, hayan zurrado la badana al gobierno municipal, al que pertenece la concejala.

Antes, bastantes antes, del comentado suceso sobre los dineros municipales que la Corporación concede a los grupos, la concejalía de Limpieza respondió a una petición de papeleras o recipientes para recoger desperdicios en la Ruta de la Plata hasta su llegada a la zona urbana, que no era posible, justo por ser camino de Santiago (?). Se deduce que peregrinos y usuarios -muchos cientos a diario-, han de tragarse los residuos que generen o cargar con ellos. Sin embargo, en zona urbana hay decenas de papeleras, sin que por ello deje de ser ruta xacobea.

A estas alturas, en el entorno de Bemposta, de Seixalbo a O Cumial, es patente el rastro dejado por miles de asistentes al festival Reperkusion. Montones de vasos de plástico, latas, botellas y envases de todo tipo de bebidas, bolsas, cartones, restos de comida y un largo etcétera, se amontonan en arcenes y cunetas, incluso a lo largo del camino de Santiago. Aunque los improvisados campistas tuviesen la voluntad de respetar los mínimos de urbanidad, lo tendrían muy difícil porque nadie habilitó recipientes o lugares adecuados para depositar los desperdicios. El civismo también requiere una mínima oportunidad.

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