Opinión

La ciencia, en los juzgados

Anda por los juzgados -otra vez- el conflicto entre los físicos del Campus de Ourense y la Universidad, ahora a cuenta del fracaso en el intento de proponer la implantación de Ingeniería Física, bueno más bien del frenazo impuesto por los mandamases de la Universidad de Vigo al proceso abierto como consecuencia de una sentencia previa contra la liquidacióon de la facultad de Ciencias Físicas en el Campus de Ourense.

A estas alturas, el asunto resulta un culebrón que exige estar versados para seguirlo sin equivocarse, si bien es fácil de resumir para la comprensión de quienes somos legos. El cierre de Física fue invalidado por los tribunales y la implantación de la citada ingeniería, sería una vía intermedia para atender a un tiempo el pronunciamiento judicial y satisfacer los intereses de los demandantes, que son los profesores adscritos a tal disciplina. Más o menos.

El problema es que por el medio parecen concitarse una conjunción de intereses para evitar que la iniciativa llegue a buen fin, razón por la cual los profesores afectados han vuelto a solicitar el concurso de la justicia. Lo ocurrido hasta ahora es suficiente para percibir con nitidez que si los esfuerzos que cada parte está haciendo, se unificasen en pro de la Universidad de Vigo, en general, y del Campus de Ourense y la propia provincia, en particular, iríamos sobrados. Pero no. Hay visiones distintas e intereses encontrados ante lo que debería ser una obviedad: el Campus ourensano está siendo blanco de dardos; algunos, como los que representa la Universidad de Santiago, tienen cierta lógica, pues desde esa institución se reclama de forma periódica y machacona la exclusividad de Físicas, sin más. Lo demás tiene compleja comprensión, sobre todo cuando el lanzamiento exige piruetas acrobáticas. De un lado, el Consello de Goberno basó su decisión de no continuar la tramitación de petición del nuevo grado para Ourense en un informe solicitado a la Facultad de Ciencias de Ourense que no era preceptivo ni vinculante; de otro, esa misma decisión fue adoptada veinticuatro horas antes de conocer el pronunciamiento del Consello Social, que sí era preceptivo.

Teniendo en cuenta que Ciencias en Ourense rechazó la potencial acogida de Ingeniería Física con el sólido argumento de falta de encaje e incluso de espacio, sólo queda pensar en diferencias personales, o grupales, para justificar posturas tan enfrentadas. Es más, un vistazo a las redes vinculadas a este ámbito, apuntala tal argumento.

Paradójicamente, mientras esto sucede, un equipo investigador de Ciencias se muda a Portugal; un invento de Humberto Michinel, catedrático de Óptica -de la facultad de Física- está a punto de ver la luz -nunca mejor dicho- en una aplicación industrial que permitirá un sustancioso ahorro en el consumo de alumbrado; y un trabajo de los profesores Ángel Paredes y Daniele Tomasini -físicos también de aquí- sobre la utilización de láseres para medir la presión en el vacío, aparece en una de las publicaciones especializadas que es referencia mundial en la materia.

Supone todo lo anterior que desaprovechar este caudal de saber, que coloca a estos especialistas en un lugar de privilegio, del que nos beneficiamos todos, y, además, es fuente de desarrollo tecnológico e ingresos económicos. Desaprovechar eso, decía, hará que la historia señale con el dedo a los responsables de tal desaguisado.

Tristemente, lejos de sorprender, se trata de comportamientos extendidos en otros ámbitos sociales de esta provincia y fuera de ella. El problema es que la negrura que se cierne sobre el horizonte hace que la unidad de acción sea aquí mucho más imprescindible que en otros puntos.

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