Opinión

El interés ciudadano

Vilamartín tiene nueva alcaldesa en la persona de María Jesusa Candal, que ya lo fue en el último tramo del pasado periodo después de forzar la dimisión de su propio padre, el hasta entonces incombustible Manuel Candal, a quien aquella operación le obligó a dejar la política, algo que por sí mismo seguramente no hubiese sabido, hecho como estaba a creer que la alcaldía era suya y él, único referente de sus vecinos. En política puede verse de todo, y pruebas sobradas hay, pero desde fuera cuesta aceptar a una hija capitaneando una ofensiva para echar a su padre de un cargo en el que, pese a todo, tenía respaldo mayoritario.

El caso es que, entonces y ahora, llega María Jesusa Candal a la poltrona sin haber ganado las elecciones, una atipicidad más, legitimada por la aritmética derivada de cambio de posición de dos ediles. Ni siquiera puede arrimar en su defensa el argumento de su partido, el PP, reclamando el gobierno para la lista más votada, porque no lo fue, pese a que los votantes de Vilamartín tuvieron libertad para hacerlo. Todo se justifica con tópicos vacuos y comunes a la práctica totalidad de mociones de censura de uno y otro signo a lo largo de los tiempos.

Podrían los políticos echar una reflexión respecto de qué es lo que vale, más allá de los números, para saciar las ansias de poder. De si es beneficioso para los ciudadanos permitir que los cambiachaquetas provoquen la caida de un gobierno municipal a mitad de mandato sólo porque el aire cambió de dirección, por ejemplo. Merecería la pena que los partidos prescindiesen de estos cornetas, entre otras razones, porque afecta a todos y vapulea, aún más, la credibilidad en la política. El mismo PP, por ejemplo, disfruta en Vilamartín lo que sufre en Celanova. Y el PSOE, al revés.

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