Opinión

Pensar por los demás

Hay gente a la que basta ponerla sobre la pendiente para que se deje ir sin control ni más prejuicios que lo que el destino tenga a bien poner en su camino en esa alocada trayectoria. Si esa metafórica cuesta es intelectual y lo que sobre ella se lanza son ideas fabricadas sin pedir permiso al sentidiño, el resultado puede ser un disparate. Y si quien lo hace es autoridad o personalidad importante, una osadía impropia de alguien que encarna tal estatus.

Viene esto a cuento tras conocerse las manifestaciones del Valedor do Pobo, aunque sea en funciones, en torno a la publicación de las fotografías en las que aparece el presidente de la Xunta con el contrabandista y narco Marcial Dorado. En ellas acaba por mostrarse contrario a la imposición de límites a la hora de publicar imágenes de este tipo, pero después de explicar con claridad que en lo que se refiere a las aludidas, 'a día de hoy, no había interés periodístico para su difusión' desde 'el punto de vista de los derechos fundamentales'.

Se supone que se trata de su opinión personal, aceptable si no fuera porque este hombre, Julio José Fernández, carece de opinión como tal cuando habla en público, pues no puede ser Valedor do Pobo de lunes a viernes, ni de ocho de la mañana a tres de la tarde. Y si se expresa como máximo representante de una alta institución de la autonomía tampoco le corresponde decidir qué es noticia y qué no. En las democracias consolidadas, salvada la subordinación a la legislación vigente, esa tarea queda reservada al medio que publica la noticia o la imagen, cualquiera que sea, y al interés del público, con independencia de que haya gente que las crea carentes de interés. Sucede cada día con decenas o centenares de noticias, a unos les gustan, a otros les repatean y a otros más ni una cosa ni otra.

Ostentando quien habla la responsabilidad que ostenta, no deja de ser preocupante la tentación subyacente de pensar por los demás. Con esa vara de medir nunca serían noticia las apasionadas cartas de Neruda a Matilde Urrutia, por ejemplo, o de la Pardo Bazán a Galdós, tan de actualidad.

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