Opinión

Valores noqueados

Está el mundo, ya lo ve, amigo lector, insufrible; el mundo nuestro, el que cabe en la piel de toro, incluyendo a Portugal, que tiene lo suyo propio. Dinero, acusaciones, corrupción, que no es general pero sí extendida, y que retratan mejor que nadie el tal Bárcenas y la pareja Urdangarín-Torres, más las derivaciones que a partir de los tres quieran hacerse.

Este país, digo, perdió el norte, a base de repetir que era la meca de los negocios y maricón el que no los haga, al precio que sea. Así, bajo esa máxima, el personal se ha ido despendolando poco a poco y hasta aquí hemos llegado. Hace diez años he escuchado personalmente como una autoridad reflexionaba en privado sobre este asunto, después de contar que un empresario le había ofrecido cien millones de pesetas de las de entonces (600.000 euros), que hoy serían bastante más, por influir en la adjudicación de una concesión.

Algo más atrás ya había escuchado contar cómo un importante empresario había ido a visitar al alcalde de una ciudad importante, al que conocía por razón de paisanaje, para interesarse por otra adjudicación; le ofreció cien millones de pesetas (debía ser la tarifa estandard). Dicen, decían los que contaban la historia, que el referido regidor respondió airado al escuchar la propuesta, no para rechazarla, sino diciendo algo así como 'si tuvieses vergüenza no vendrías í con esa cantidad'. El concurso fue para una gran empresa multinacional española, seguramente porque presentó la mejor oferta... profesional.

En este estado de cosas se fue Enrique Reza, y de él me viene a la cabeza una anécdota. Un tipo poderoso en Ourense le pidió un favor que no podía hacer, y así se lo dijo. El susodicho intentó entonces comprarlo, hecho que indignó sobremanera a Reza, capaz de entender la petición, pero al que ofendió que quisiesen comprar su integridad. Durante años, cada vez que pasaba por delante del lugar en el que trabajaba el corruptor, miraba a la fachada y mascullaba algo ininteligible entre dientes. Qué cosas. Viendo el ambiente, él, hombre de convicciones que valoraba la honestidad sobremanera, se echaría las manos a la cabeza.

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