Opinión

El euro: Moneda internacional

Quiérase o no, el euro es probablemente el logro más tangible de la Unión Europea (UE). Su nombre le fue dado precisamente durante la cumbre del Consejo de Europa celebrada en diciembre de 1995 en Madrid. Y sin más, viene circulando desde el 1 de enero de 2002.

Durante los dos primeros meses de 2002, en cada país de la UE convivieron los billetes y monedas nacionales con los billetes y monedas de euro, mientras se procedía, naturalmente, al canje progresivo de los primeros por los segundos.

A partir del 1 de marzo de 2002, el euro se erigió definitivamente en la única moneda de curso legal en el seno de la UE, perdiendo todo su valor las respectivas monedas nacionales. Ese mismo día, un euro equivalía a 0,8671 dólares. Tras la desaparición de la peseta, del franco francés, de la lira y del escudo, el euro viene circulando también en Andorra, Mónaco, San Marino y Ciudad del Vaticano. Y aunque parezca mentira, desde junio de 2002, el euro es también moneda de circulación legal en Cuba.

Hoy comparten esa moneda única dieciséis países, que representan a dos tercios -más de 350 millones de personas- de la población de la Unión. Estos países incluyen a Alemania, Austria, Bélgica, Chipre, Eslovenia, España, Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Malta, Países Bajos y Portugal.

Por el contrario, Dinamarca, el Reino Unido y Suecia no utilizan actualmente el euro. No obstante, las naciones que ingresaron en la UE en 2004 y 2007 están adoptándolo previa su preparación con el fin de hacerlo como corresponde.

Hay que reconocer que el euro tiene, desde luego, sus ventajas. Por ejemplo, a nivel muy básico, tiene la ventaja de que no es necesario cambiar dinero al viajar por una gran parte importante de Europa.

Por otro lado, las empresas que operan en la zona del euro, esto implica un ahorro significativo. No necesitan protegerse contra súbitas oscilaciones de los tipos de cambio, ni tienen costes de pagos transfronterizos. Respecto a los consumidores particulares, el euro hace que sea mucho más fácil comparar precios y hacer compras transfronterizas, especialmente en línea. Esta transparencia de precios es buena para la competencia, ya que mantiene una presión a la baja sobre los precios en la zona del euro.

El euro se ha convertido, sin lugar a dudas, en una moneda internacional atractiva. Cada vez más, los turistas pueden viajar por todo el mundo con euros en sus bolsillos, y las empresas hacen negocios en euros incluso fuera de los países que lo adoptaron como moneda. Estimula, además, el comercio. Los países de la UE que lo utilizan se han convertido en la mayor competencia en el planeta tierra. Representan más del 13% del comercio mundial, superando ligeramente a Estados Unidos (EE.UU). La moneda única ha significado un crecimiento cada vez mayor. También ha aportado, en su día, los tipos de interés más bajos de la historia.

El Euro también protege a los consumidores ante un impacto mayor de lo que sucede en el resto del mundo, por ejemplo, el precio del petróleo. Y los recientes aumentos de los precios internacionales de los productos alimenticios.

Hay más, teniendo en cuenta la grave crisis económica que, por desgracia, nos invade a todos los niveles, el empleo y el crecimiento solamente pueden realizarse en un entorno económico estable, donde ningún país de la Unión adopte políticas económicas que puedan minar los esfuerzos de los demás. Por suerte, sus miembros no solo están de acuerdo con esto, sino también con la conexión entre la política económica y las difíciles estrategias de empleo. La unión económica y monetaria proporciona la base.

Ya que, de paso, tocamos el tema de la economía, tenemos que hablar necesariamente de la crisis financiera de Grecia, que por cierto con tal motivo hizo temblar a la UE.

Hay que reconocer, de una vez por todas, que esa crisis -la de Grecia- se manifestó con cierto retraso en comparación con el resto de la Eurozona. Como consecuencia de ello, Grecia está atravesando por una de las mayores crisis económicas de los últimos 36 años según manifestó, recientemente, su primer ministro, Papandreu.

Esa nación maquilló, en su tiempo, los datos reales de su déficit público para entrar en la Eurozona. Pero nueve años después, logicamente, su deuda pública se disparó con mucha preocupación en los demás pueblos de la UE.

Debemos resaltar que la UE y EE.UU se apresuraron a respaldar a Grecia en las duras medidas que el país ha tomado para afrontar con urgencia su grave crisis financiera.

En realidad, se presentó la crisis actual como crisis del 'capitalismo casino' y que ello se debe al hecho que el mercado global desde hace treinta años no ha sido sometido, como debiera, a ningún control político. Y eso se debe principalmente a que la crisis se encuadra, cuando menos, en la denominada gestión 'neoliberal'.

Es más. La actual crisis económica en la UE ha agudizado las contradicciones entre los estados miembros. Pero el euro sigue constituyendo una gran moneda internacional.

La unión económica y monetaria proporciona la base. La UE ha mostrado su acuerdo con parámetros comunes que crean, sin duda, estabilidad económica para todos permitiendo que sus economías funcionen conforme a principios sólidos. Entre estos se incluye, naturalmente, no vivir por encima de sus posibilidades o, en caso de contraer deudas, no pedir préstamos cuya devolución se convierta en un lastre para la economía.

Eso mismo sometería a una presión inaceptable a otros capítulos de gastos como las infraestructuras, la asistencia social y la creación de empleo.

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