Opinión

De la estupidez humana

La estupidez humana como los propios seres humanos conocen, no tiene límites aunque parece comprobado que en el verano es aún más amplia esa frontera que nos convierte en idiotas capaces de poner en riesgo y sin que sea necesario nuestra propia vida. Prestando despegada atención a los tediosos informativos que en estos días de finales de estío desfilan por el amplio abanico de cadenas televisivas y en los que la ciudadanía vuelve a encontrarse con la odiosa condición bíblica que santifica el trabajo y ensalza a trabajadoras y trabajadores, nos enteramos de que en torno a doce personas han fallecido en estos meses de asueto víctimas de los festejos que se multiplican en una buena parte de la geografía española y que  tienen como objetivo la lidia aficionada marcada por el trasteo de cabestros o vaquillas. Los astados a los que se da suelta en cosos prefabricados en su mayor parte a base de tablones de madera, barras y tornillos, son bichos resabiados de cien mil tientas a los que se somete a tratamientos atroces como el que consiste en pegarle fuego a los cuernos. El resultado es simplemente terrible, y las víctimas de estos episodios populares tan disparatados como siniestros se amontonan en todos los territorios, especialmente en las costas de Levante, circunscripción en la que han ocurrido más de la mitad de ellos. Siete fallecidos por cogida –entre ellos una ciudadana belga de 73 años- y un número muy similar de heridos algunos de mucha gravedad.

El panorama es tan irracional que buena parte de los alcaldes de localidades costeras de la Comunidad Valenciana se han propuesto establecer cierto pliego de condiciones a cumplir para participar en semejantes festejos y uno de ellos simplemente los ha prohibido para el año que viene, lo que le dignifica. Como la irresponsabilidad no conoce fronteras, además de ese truculento dominio que ejerce el litoral levantino, hay víctimas de estas fiestas absurdas en buena parte de nuestro territorio sin entender de barreras sociales ni compromisos políticos. Galicia está, por fortuna, al margen de esta galería de heridos y muertos.

El verano da muchas alegrías y por el contrario produce muchos insensatos comportamientos. Otro día hablaremos de carreras ilegales que también se han cobrado sangre inocente estos días. Gente joven que se ha ido al otro mundo sin comerlo ni beberlo.

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