Opinión

Las primeras de cambio

La vuelta de un Madrid descabalado y partido por las dudas es un acicate más poderoso que casi nunca para juzgar el intenso y también ignoto horizonte español en materia política que las elecciones municipales y regionales han pintado para que hagamos cálculos sin saber en realidad dónde conducen esos cálculos. Para empezar, e impregnados por los humores de una situación límite griega que ha inspirado algunos de los principios que han alentado la nuestra, la prima de riesgo se ha vuelto a disparar a los niveles de hace año y medio y eso es para hacérselo mirar.

Los nuevos regidores municipales, y más expresamente en las grandes ciudades que ahora gobiernan, se han apresurado a poner en práctica una política gestual que queda muy chula de cara a la galería pero que no estoy seguro sea ni siquiera práctica cuando avance la temporada. El nuevo regidor de Valencia ha decidido ir al trabajo en bicicleta pero en las fotos consultadas, a este señor se le ha olvidado ponerse el casco lo que le acarrearía la primera sanción por falta grave de sus propios municipales. Mientras, las alcaldesas de Madrid y Barcelona se desplazan a sus despachos en el metro.

A medida que la legislatura se complique y se enchulezcan las posiciones, no creo yo que sea ni útil ni prudente ese brindis al sol en los desplazamientos porque al primer pollo que les monten a ambas a cuerpo limpio ciudadanos encabronados, o bien bajan al metro rodeadas de policías o bien se van en el coche como deberían marcar las más elementales normas de la prudencia. Para abrir boca, Carmena tiene a dos ediles estigmatizados por el uso incalificable de sus redes sociales cuajadas de comentarios que incitan a la violencia, a la xenofobia, a la crueldad e incluso al linchamiento. Y una más, imputada por tomar la iglesia de la Ciudad Universitaria, desnudarse en ella y bailar empelotada en el altar mayor. Colau inicia su mandato argumentando un principio que estremece. Promete no cumplir las leyes que le parezcan injustas, una insensatez que crearía el más inquietante y disparatado precedente. Por ejemplo, si yo considero que una ley no es justa no la cumplo y no me pasa nada. Eso dice la señora Colau.

Espero que todos estos primeros tornillazos remansen. Si no es así, habrá que atarse los machos.

Te puede interesar