Opinión

MONTERREY, SU ÚLTIMA BATALLA

En el pasado mes de enero se cumplieron 22 años desde que publiqué un articulo titulado “Amigo Monterrey”. El motivo de aquel escrito no era otro que la fortaleza que me vio nacer, y crecer, que desde su altura me vigilaba y en mi soledad fue compañero de camino, se encontraba en unas circunstancias aterradoras y penosas. Una de las causas fue su abandono, pero lo peor era que cuando se acordaban de ella lo vestían con parches restauradores que ella misma se dejaba abrazar por la maleza y hojarasca para tapar esa vergüenza.

Decidir sobre su uso futuro del castillo viene de antiguo. En la época de Manuel Fraga, en un proyecto elaborado por los técnicos,se planteaba instalar varias oficinas para promocionar el vino y las aguas. También cuando era delegado de la Consellería de Cultura, Felipe Ferreiro , habló sobre el estado en que se encontraban los trámites para la cesión a la Administración autonómica y así adelantar el plan de obra de mejoras y tomar nota de otras necesidades que se planteaban.

Obras previstas a corto plazo, proyectos y puntos de mira para llevar a cabo en lo sucesivo, macro-proyectos de recuperación integral. Todo quedó como en el cuento de la lechera y como disculpa siempre estaba la titularidad, ya que aún pertenecía al Gobierno central. El uno por el otro y la casa sin barrer.

En los alrededores de la fortaleza, los visitantes, en su recorrido a pie pueden contemplar numerosas casas en ruinas, cubiertas por la maleza y que sirven para almacenar basura. La espesura incluso llega a cubrir pequeños senderos que llevan al castillo y dentro de él hay partes que llevan varios años cerradas al público, desde que se hicieron una serie de reformas que aún están sin finalizar, o escaleras que suponen un peligro para los visitantes.

El proyecto de rehabilitación que esta llevando a cabo actualmente la Secretaria Xeral para o Turismo en el castillo hace que sospechar, ante la falta de explicaciones que hay cuando se pregunta sobre si se va a instalar un ascensor o la apertura de un hotel en el interior del recinto. Si eso es cierto me pregunto dónde está Patrimonio, porque no me imagino la Torre de Hércules o la Giralda de Sevilla con ascensor, o la instalación de una cafetería o un hotel teniendo a escasos metros un Parador Nacional que estuvo a punto de cerrar puertas.

Por supuesto que aplaudo cualquier iniciativa de mejora de la fortaleza, pero si eso es rehabilitar, mejor que se queden quietos y dejen el monumento en su estado mas puro, que de eso se trata, de conservar. La secretaria xeral de Turismo, Nava Castro, en su visita a Verín el pasado mes de diciembre, insistió que de momento aún no esta decidido el uso y los servicios a que será destinado el castillo.

Monterrey que como fortaleza tuvo su importancia bélica, fue además fue centro cultural de Galicia. No hay que olvidar que acogió tres conventos y el el de los Jesuitas educaba en el año 1590 a mil doscientos alumnos. Allí se ubicó la primera imprenta.

Pero Monterrey aún no tiene decidido su futuro y vacíos están los dentellones de las murallas donde iban los cañones que ahora adornan las murallas de La Coruña. El mismo destino le aconteció a nuestro glorioso y memorable cañón conocido con el nombre de El Golondrina y a los libros que se llevaron a la Biblioteca de la Universidad de Santiago o al Misal de Monterrey, que está expuesto en el Museo de la Catedral de Orense.

También hay numerosos objetos de arte dispersos por la comarca y no olvidemos la biblioteca de don Jesús Taboada, que se encuentra en el Museo do Pobo Galego.

No puede resultar descabellada la idea de crear un museo histórico-etnográfico para dar a conocer la riqueza cultural de la comarca para convertirlo en un reclamo turístico y que permita traer a su origen todo lo llevado o entregado en custodia.

Villas o pueblos con una historia mucho menos valiosa que la nuestra han sabido obtener un gran beneficio, vender su imagen y explotar turística y culturalmente sus monumentos, porque la comarca tiene muchísimo que enseñar, pero también es verdad que le queda mucho por descubrir. Pero Monterrey aún no tiene decidido su futuro.

Monterrey, ya no importa que tu nombre sobrepase las fronteras de Galicia, que persista inmortalmente en América, ni siquiera que tus condes fueran consejeros de reyes, educadores de príncipes, mecenas de pintores o virreyes del Nuevo Mundo. Eso ya no importa.

Mi buen amigo, tú que has sobrevivido a guerras, que has visto justicias e injusticias, destierros y amores, al presente te encuentro envejecido, en los puros huesos y esa mirada gozosa y alborozada que proyectabas sobre el valle se ha vuelto melancólica y amarga, como pidiendo amparo y asistencia. Vergüenza y envidia tienes de que otros como tú con menos posibles hayan conseguido en estos años más logros.

Mi viejo amigo, preso estás en tu propia fortaleza y en esta tú última batalla, ahora más que nunca, más vale que Dios te coja confesado.

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