Opinión

Ahora, es musa

Nada de lo que existe es inútil. Parece como si todo estuviera medido, pesado y numerado. Hasta el grano de arena más minúsculo tiene su parte específica en un desierto, hasta el insecto que pudiera considerarse más ínfimo, puede incidir en las personas, hasta las algas más escondidas en el fondo del mar pueden llegar a ser indispensables. Sin duda el cerebro reptil, impele al rechazo de seres que intuye peligrosos o repulsivos en infinidad de aspectos. Sin embargo, esos mismos seres rechazados también pueden ser provechosos para los avances de la ciencia en beneficio del género humano, hasta aquellos que son de hecho, foco de enfermedades o de destrucción.

Y si de destrucciones hablamos, recuerden mis queridos lectores, que según los científicos, en el caso hipotético de una guerra nuclear mundial, (nunca la haya), uno de los poquísimos seres que sobrevivirían serían las cucarachas. Y si ustedes sienten aversión por estos bichitos que ennegrecen el subsuelo de las ciudades, tendrán que suavizar el concepto al reconocerlas como inspiradoras de unos ingenios capaces de introducirse en los lugares de más alto riesgo y vericuetos más complejos para localizar a personas con vida.

En el departamento de Biología Integrativa de la Universidad de California en Berkeley, los investigadores Robert J. Full y Kaushik Jatyaram, basándose en sus características: capacidad para salvar toda clase de sustratos, han creado un pequeñísimo robot que imita a la perfección los movimientos de sus articulaciones, rapidez, fuerza y solidez de su caparazón. O sea, que el robot “salvavidas” imita todo aquello que las hace enemigas de los hogares. Es interesante saber que su esqueleto puede soportar entre trescientas y novecientas veces su propio peso corporal en los momentos más conflictivos de sus excursiones por grietas y desperfectos, sin llegar a experimentar daño alguno. La cucaracha es parte del misterio que nos rodea y que por mirarnos tanto el propio ombligo no podemos ver.

Pero no hay ser pequeño o grande que no tenga propiedades y características de las que carece el ser humano. Los científicos en sus laboratorios despejan la neblina que envuelve a cada personaje que ocupa un lugar en la tan poblada naturaleza. Ahora le toca a la cucaracha ser protagonista para el bien del humano. La cucaracha, odiada, convertida en musa. 

Te puede interesar