Opinión

Heroicidad e indiferencia

Jesse Hughes, cantante de Eagles of Death, actuantes en la Sala Bataclan, de París, en la noche infausta de los atentados, ha hecho unas declaraciones publicadas  en la página web de la cadena Vice. Al margen de manifestar el terror que pasaron todos los presentes allí, ha resaltado cosas que dan razón de la grandeza, el valor, y la generosidad de de las personas. Esto quedó plasmado, cuando algunos de los asistentes se arriesgaron hasta la muerte, cubriendo con su cuerpo la vida de otras personas y otros que renunciaron a escapar de la masacre, para no abandonar a sus amigos a merced de las balas. Estos gestos en los que se antepone la vida de los demás a la propia, hacen que la fe en el ser humano se fortalezca y que la vida se llene de esperanza. No todo está perdido. 

La solidaridad entre los individuos y los pueblos, debería sobreponerse a esa indiferencia que se hace patente tan a menudo. Esa indiferencia que marca a fuego las desgracias más grandes y que permite que se sigan sucediendo. Esa indiferencia que hizo decir al sabio aquello de que, las futuras generaciones no culparán tanto a quienes cometieron las más grandes barbaridades, como a quienes, mirando para otro lado, las permitieron. Lo cual podría entroncar con las palabras de Martín Luther King: “Lo que afecta a uno, afecta a todos”. Algo que resumía como nadie, el pastor protestante, Martín Niemöller en su “Poema sobre la indiferencia” el cual dice: “Primero persiguieron a los comunistas, / pero yo no era comunista, así que no dije nada. / Después persiguieron a los socialdemócratas, / pero yo no era socialdemócrata, / así que no dije nada. / Después persiguieron a los sindicalistas, / pero yo no era sindicalista. / Después persiguieron a los judíos, / pero yo no era judío / y tampoco hice nada. / Y cuando me llegó el turno / no quedaba nadie que pudiera defenderme”. 

Este poema que conoce infinidad de versiones, se le atribuyó siempre a Bertold Brecht, pero fue pronunciado por este pastor luterano alemán, quien estuvo doce años en campos de concentración y de aislamiento, nazis, hasta que en 1945 fue liberado por los aliados. Cuenta Jesse Hughes, entre otras, una anécdota terrible y conmovedora, la de un niño que se escondió debajo de su madre asesinada, cuyo cuerpo ya inerme le salvó de morir. Refugio todavía caliente, protector de vida.
 

Te puede interesar