Opinión

Recuerdos

No recuerdo exactamente en qué película oí la frase, pero creo que fue en “El Puente de los espías”, magnífico filme de Steven Spielberg, que narra un hecho histórico interpretado por el siempre genial Tom Hanks, uno de los mejores actores del Hollywood actual. La frase en concreto es: “Usted se apellida Hoffman. De origen alemán. Yo soy Donovan, de origen irlandés. ¿Sabe usted lo que hace que ambos seamos americanos? El Reglamento.” Una frase más que importante, que en estos tiempos un tanto caóticos en lo que todo vale, llama a la reflexión. Y si no, querido lector, piense en ello. Sobre el Reglamento dice así el diccionario: “Conjunto ordenado de reglas o preceptos dictados por la autoridad competente para la ejecución de una ley (…)”.

El respeto de la ley por el conjunto social, es lo que hace grande a un pueblo y lo dota de dignidad. Respetar la ley, y si ésta no es justa, cambiarla. Mientras esté en vigor, digamos, cómo pensamos debe ser: “La ley es ley para todos”. Pero lo importante es saber elegir a aquellos que pueden legislar, y aquellos que las pueden aplicar, porque hacer lo correcto es fácil; lo difícil es saber qué es lo correcto. Complejidades éstas que en la vida real llevan muchas veces a equivocarnos pensando que hacemos lo mejor cuando hacemos lo contrario. Hay que reconocer que en éste, como en otros muchos aspectos, estamos desorientados, y en esta situación nos hallamos. 

Todo esto viene a cuento de las palabras del neurocientífico Javier de Felipe, quien cree que una vez que el hombre salga de la Tierra y se instale en otras partes del espacio, se creará una nueva especie humana. Las preguntas se precipitan en cascada sobre esa nueva especie humana que puede crearse allende la tierra. ¿Cómo será su modo de pensar y de actuar en relación con nosotros? ¿En que se diferenciarán moral y éticamente? Cuanto más avanza la ciencia, más se ahonda la incógnita de nuestra especie presente y futura. Pero sea como sea, para regirse cualquier sociedad en paz, necesitará de un reglamento por el que esa comunidad de personas sepan de sus derechos y por supuesto de sus deberes. Y sobre todo, sus leyes deberán marcar algo indispensable para la convivencia, que es el respeto a los demás. Sin eso, hasta las sociedades creadas más allá de las estrellas, repetirán nuestros estúpidos y tremendos errores. 

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