Llevo tiempo advirtiendo que el clima de irritación social en España iba en aumento. Como somos todavía un pueblo relativamente pacífico, no se producían revueltas ciudadanas, de modo que los políticos en general interpretaban el silencio y la ausencia de movimientos violentos como un entreguismo derivado del hastío, del miedo al poder, de la indiferencia ante los asuntos públicos o de cualquier otra causa. Y les tengo que dar, lamentablemente, algo de razón. La sociedad española, aún a pesar de que no es posible mantener un encuentro o una tertulia, sea con quien sea, sin que inevitablemente aparezca un sinfín de desgracias, de motivos para la queja, de familias con hijos, maridos o parientes con problemas graves por desempleo, en fin, cualquiera de esos motivos o circunstancias en las que todos, de alguna manera, con mayor o menor intensidad, estamos insertos, aún a pesar de ese cúmulo de destrozos -decía- no somos capaces de pasar de la palabra a la acción. No me refiero a la violencia sin mas, sino a ciertos movimientos ciudadanos de corte pacífico en reclamación de los derechos, o cuando menos de peticiones, de aspiraciones a lo que sea. Pues nada o muy poco.
¿Por qué esta ruptura entre la palabra, la queja airada, la protesta y al tiempo la falta de acción?. Pues no lo se muy bien. Quizás porque en nuestra historia no hemos sido capaces de superar la etapa de súbditos para concienciarnos de que somos, o podemos ser, mejor dicho, verdaderos ciudadanos. Seguimos temiendo al poder. Alguien me dirá: y conviene tenerle miedo porque ya ve usted como se las gastan cuando uno se convierte en disidente. Pues sí, tengo que darle la razón a quien así piensa, entre otros motivos porque lo he sufrido en mis propias carnes de una manera brutal. Bueno, lo he sufrido y lo sigo sufriendo, porque cuando el poder se encela con alguien, no lo suelta jamás hasta que lo considera exterminado. Es como esos perros que tienen la mandíbula confeccionada de tal manera que una vez que muerden ya no sueltan, de modo que nos les queda mas remedio que desgarrar la presa. Pues las fauces del poder parece que tienen esa anatomía perruna, al menos en ciertos casos. Por tanto, el miedo al poder es comprensible. Y cuando se percibe el funcionamiento coordinado de eso que yo llamo Sistema, pues peor, porque domina todos los resortes incluyendo los tres poderes unificados. El Sistema dispone de Fiscales, de Jueces, de Policía Judicial, y hasta de directores de prisiones, si se me apura.
Por cierto, que cuando en 1994 comencé a estructurar mi idea de El Sistema y publiqué mi primer libro llamado El Sistema. Mi experiencia del poder, algunos me acusaban de ser o visionario o algo peor: como ese supuesto Sistema me habia arrebatado Banesto, entonces ese libro -decían- no era sino una pura y dura venganza. Pues no. Claro que no. Ahora resulta que ya todos los que tienen una mínima capacidad de abrir los ojos y mirar el panorama se dan cuenta de que aquello era una realidad como la copa de un pino. Los acontecimientos judiciales en torno a la Infanta evidencian lo que digo. No se si es culpable o inocente y en eso no me meto, pero los españoles se han sorprendido e indignado sobremanera como consecuencia de la actuación de un fiscal anticorrupción llamado Horrach que en Palma de Mallorca se dedica a una labor tan insólita en la Fiscalía como recurrir imputaciones de una persona a la que el Juez llama a declarar, para terminar con un escrito intolerable desde cualquier ángulo acusando, ni mas ni menos, que al propio Juez de atender a teorías conspirativas por haber llamado a declarar a la propia Infanta a la vista de la enorme multitud de indicios que se acumulan en su derredor
En mi opinión es inconcebible que un fiscal haga semejante cosa. Si no está de acuerdo con el auto lo recurre y en paz, pero eso de acusar al juez me parece que es cruzar una raya roja. Pero, no termina ahí la cosa. ¿Le ha dado amparo al juez el consejo general del Poder Judicial? ¿Han protestado las asociaciones de fiscales? ¿Ha existido rebelión de juristas en alguna medida? Pues creo que no. Solo la asociación independiente de jueces Francisco de Vitoria ha elaborado un comunicado. En lo demás reina el silencio. ¿Y eso? Pues, señores, El Sistema cuando se pone en marcha demuestra la evidencia de su poder. Otra cosa es que acierte. Personalmente creo que en ese caso los errores son de bulto. Ya dije en su día que si se esforzaban en evitar lo inevitable el coste sería muy elevado. El daño derivado para la Corona a consecuencia de las maniobras políticas y judiciales para evitar la imputación de la Infanta ha sido enorme. Pero no solo a la Corona, porque ha afectado a la credibilidad de los jueces, de los fiscales, de la Abogacía del Estado, de la Agencia Tributaria, todas ellas instituciones capitales del Estado. Pero no les importa nada. Campan por los terrenos de la sociedad civil con la conciencia de impunidad. Y es que, de momento, la tienen. Pero llega un dia en el que las cosas cambian. Gamonal no es solo un barrio de Burgos. Es un síntoma. Y se puede extender. Atención
