Opinión

Nueva ley transexual y deporte

Los seres humanos estamos configurados por 20.000 conjuntos de genes aproximadamente, cuya principal diferencia física está en los cromosomas sexuales siendo para hombres el par XY y para mujeres el XX.

Estudios recientes han descubierto que 6.500 genes, un tercio de la totalidad, realizan actividades diferentes en hombres y en mujeres. Incluso que algunos de ellos solo están activos en hombres y otros en mujeres. También conocemos que las hormonas como testosterona o los estrógenos regulan muchos genes en los tejidos y que, en función del género, existe un desarrollo muscular, del tejido adiposo, del corazón u otros órganos, es decir, se determina una morfología corporal y un metabolismo específico.

En el deporte de alto rendimiento, las diferencias producidas por la codificación genética y sus implicaciones esta altamente refutada por la ciencia, destacando mayores niveles de masa muscular para el grupo de los hombres, hecho entre otros que ha llevado a las federaciones internacionales a realizar competiciones diferentes para hombres y mujeres, siendo conscientes de que el sexo no debe ser un factor que provoque desigualdad en la obtención del resultado. La realidad que se propone con la nueva ley es que un individuo codificado genéticamente XY con identidad definida como mujer compita en pruebas femeninas, y que un individuo codificado XX con identidad definida como hombre compita en pruebas masculinas. Podría pasar, en el primero de los casos, que en dicha prueba femenina los niveles de fuerza de la atleta (debido a su codificación genética) fuesen muy superiores al resto de las competidoras o, para el segundo de los casos, que los niveles cardiovasculares limitasen a la deportista para la competición en la prueba masculina.

Nos encontramos así ante dos posibilidades que no deben suponer ninguna controversia, sino un avance en aras del progreso, pero también de la igualdad. Una de ellas sería crear una competición propia para deportistas trans XY con identificación mujer, y para deportistas trans XX con identificación hombre; la otra, sería competir en base a la codificación genética primaria que iguala los factores del rendimiento en los diferentes parámetros de la condición física. De este modo la propuesta que se hace en la ley, es decir, competir en base a la autoidentificación de género, sería la única que crearía amplias desigualdades en términos deportivos.

Evolucionar legislativamente con una ley transexual en el Estado español es un gran avance que necesita de profundos análisis y cambios multinivel, a los que se también el sistema deportivo debe hacer frente. Pero probablemente no llegue con razonamientos simplistas de que los deportistas compitan en función de su identificación de género, si esto perturba la competición, permitiendo legalmente “dopaje” en la misma. 

El deporte siempre ha sido un medio de integración por antonomasia pero para eso se necesita escuchar a los profesionales, desarrollar planes transversales y aplicar soluciones que garanticen igualdad de oportunidades tanto en la práctica como en la competición.

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