Opinión

DE CISNES Y GRULLAS

En 2007, Nassim Nicholas Taleb publicó un libro titulado 'El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable', en el que abordaba la importancia de esos acontecimientos que son tan inesperados e improbables como lo fue, hasta el descubrimiento de Australia, la existencia de un cisne negro. Acontecimientos en los que concurren tres notas características. A saber: que son raros, que son extremadamente impactantes y que, muy a nuestro pesar, no pueden preverse antes de su acontecimiento, por más que podamos procurarles una explicación a posteriori.


Cisnes negros fueron, como nos recuerda Taleb, el estallido de las dos guerras mundiales, el ascenso al poder de Adolf Hitler, el 'crash' bursátil de 1987, el derrumbamiento de la Unión Soviética, el auge del fundamentalismo islámico, la aparición de internet o los atentados del 11-S... Y cisnes negros, por lo inesperado y por lo impactante, por lo impredecible y por lo aciago de su color, han sido también el último terremoto acaecido en Japón, el posterior tsunami y el drama nuclear que, a resultas de lo anterior, se ha desatado en aquel país.


Parece que la Tierra haya querido recordarnos una vez más la fragilidad de nuestra condición, agitándose bajo nuestros pies y desbaratando todas esas certezas en las que fundamos nuestra tranquilidad. Es como si el planeta nos susurrase al oído, como aquellos siervos de la antigua Roma, un 'memento mori' para que no olvidemos que somos mortales. Y es que este 'cisne negro' que tanto nos ha conmovido nos revela la pequeñez humana. Poco han podido frente al terremoto la mejor tecnología, las previsiones y aun las predicciones. Al final, cuando la tierra se estremece, es capaz de sacudir un país entero con la facilidad con la que nosotros podemos derribar un castillo de naipes o mover una de esas grullas de papel que tan primorosamente confeccionan en Japón.


Precisamente hay una leyenda nipona que sostiene que a quien haga mil de esas grullas de origami se le concederá el deseo que pida. Si pudiésemos doblar ese millar de papeles, estoy seguro de que todos pediríamos un poco de consuelo para Japón. Esperando, quizás, que la blancura de sus grullas de papiroflexia pueda con la negritud de este cisne que ha sobrevolado el país del sol naciente.

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