Opinión

HETERODOXOS

Creo que fue Pío Baroja el que escribió aquello de '¡españoles, siempre detrás de los curas, unas veces con el cirio, otras con el palo!'. En todo caso, poco importa quien sea el padre de este comentario: si el donostiarra o si otro autor desposeído de la paternidad de una cita tan reveladora. Lo importante, y lo que hace al caso, es que los españoles siempre nos hemos debatido entre esos dos extremos, a cual más nocivo: el de un clericalismo que hizo de las sacristías el centro del mundo y el hábitat único de la fe, y el de un anticlericalismo que, todos lo sabemos, ha alimentado no pocas querellas estériles y enfrentamientos fratricidas.


A propósito del anticlericalismo, estos días hemos sabido de la profanación de una capilla en la Universidad Complutense. Como sabrán, un grupo de jóvenes ocupó el recinto sagrado profiriendo consignas como '¡arderéis como en el 36!' y otras similares. Y, ya de paso y no se sabe si para saludar la llegada de algún anticiclón, aprovecharon para destaparse un poco frente al púlpito e importunar a los fieles que allí estaban. Lo que se dice, permítanme la ironía, un alarde de educación y buenos modales.


Es triste que estos hechos hayan tenido lugar en nuestro país y en nuestro tiempo. Y aun más triste que, para colmo, se hayan desarrollado en una universidad. Porque si es lamentable que algunos, siquiera unos pocos, se empeñen en devolver a la actualidad los sacrilegios y las profanaciones, es todavía más lamentable que lo hagan allí donde deberían aprender a ser personas tolerantes, llamadas a respetar y a defender las libertades de todos.


Lo peor, como me decía un amigo catedrático, es que estos chavales no han descubierto que hoy lo heterodoxo no es quitarse la camiseta frente al Sagrario, sino hacer un hueco entre clase y clase para ir a arrodillarse ante él. O protestar, ya puestos, frente a alguna mezquita iraní con ocasión de la lapidación de alguna adúltera. Lo que todavía no saben estos aprendices de iconoclastas es que, a estas alturas, los auténticos heterodoxos son el escritor Salman Rushdie o la feminista Hirsi Ali, amenazados por sus críticas al Islam. Ellos sí son, como lo fueron el cineasta belga Theo van Gogh y el ministro paquistaní Shahbaz Bhatti, auténticamente heterodoxos. Sin palos ni cirios. Heterodoxos y valientes.

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