Opinión

A VOTAR POR SANTA RITA

En poco más de una semana será 22 de mayo. Festividad, como bien saben en O Barco, de Santa Rita, la abogada de las causas imposibles y, quién podría olvidarlo, el argumento último que invocábamos cuando niños para recordar que, dada una cosa, no cabía arrepentimiento ni había vuelta atrás. 'Santa Rita, Rita, lo que se da...', ya saben.


Pero este 22 de mayo es, además de la fiesta de la santa de Casia, el día en que estamos llamados a las urnas. Y podremos ir a votar o no. Y, si vamos, podremos regresar a casa más o menos satisfechos con las opciones que los partidos políticos nos brindan cada cuatro años. Pero, sea como fuere, lo que no podremos hacer es discutir que nuestra democracia es, aun con sus defectos, una realidad tangible. Una realidad y no uno de esos imposibles que exigen la intercesión de Santa Rita o, si optamos por el sentido práctico, los innumerables sacrificios y la lucha agotadora que otros asumieron, y asumen todavía hoy, para disfrutar de las bondades de este sistema político.


Habrá quien objete que nuestra democracia, siendo real, es perfectible. E incluso habrá quien traiga a colación lo que escribió Rousseau de los ingleses de su tiempo y lo que, sin duda, habría podido escribir hoy de nosotros: 'Creen que son libres porque eligen representantes cada cinco años, pero no son libres más que un día cada cinco años: el día de las elecciones'. Y es cierto: nuestra democracia dista de ser insuperable, aunque sigue siendo, como ya dijo Churchill, el menos malo de los sistemas políticos.


A fin de cuentas, y esto es lo bueno, en las urnas no vale el 'Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita'. En democracia, por fortuna, nada es irreversible. En el peor de los casos, votaremos la semana próxima y nos desdeciremos transcurridos cuatro años. Y de aquí a entonces seremos rehenes de lo que escogimos un domingo de mayo. Seremos esclavos, es cierto, pero no del capricho de un tirano ni de las ensoñaciones de un déspota, sino de nuestras propias decisiones. Algo que para sí querrían los que hoy suspiran por la libertad en Cuba, en Corea del Norte, en Irán, en Siria y en tantos otros rincones del planeta.


Por suerte, el próximo día 22 es la fiesta de Santa Rita y, cómo no, de la democracia.

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