Opinión

A dedo

El comentario despectivo, porque a eso no se le puede llamar crítica, ni análisis, ni nada, de Pablo Casado acerca de que Pedro Sánchez ha nombrado a sus nuevos ministros “a dedo”, es de lo más alucinante que hemos oido en los últimos años.

Todos los ministros del mundo se nombran a dedo, aquí y en la China desde tiempo inmemorial, desde la dinastía Ming. ¿O es que Pablo Casado cree que el gobierno actual debería haber convocado unas oposiciones públicas para seleccionar a sus ministros? Pues no sé yo que hicieran eso ni Rajoy, ni Aznar, ni Zapatero, ni Felipe, ni nadie desde Alejandro de Macedonia.

El delirio mental de los distintos líderes del Partido Popular (cada vez hay más líderes ahí dentro) está alcanzando niveles propios del ingreso en la UCI, en donde vamos a tener que ponerles respiradores y asistencia médica para mantenerlos con vida.

¿Por qué este hombre habla así y dice semejantes tonterías? No lo entiendo. ¿Realmente dice lo que piensa o piensa lo que dice? Debería, creo yo, tener muy presente aquella famosa frase de Mark Twain: “Mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido, que abrirla y disipar toda duda”.

Puedo entender que el PP como partido de la oposición haya optado, esto lo vemos todos y es aceptable, por una estrategia política de acoso y derribo a Pedro Sánchez, pero ¿hasta el punto de decir estas cosas? Parece que nos toma a los españoles por idiotas. ¿Cómo supone él que el gobierno, este o el que toque, debería nombrar a los ministros? ¿Mediante partidas de ajedrez simultáneas? ¿Una liga de futbito? ¿Una carrera de cien metros lisos? ¿O un campeonato de lanzamiento de huesos de aceituna?

Los ministros se nombran a dedo en todas partes. La derecha, la izquierda, el centro y hasta el gobierno de los EEUU y el Politburó los nombran a dedo. Los ministros se nombran a dedo en las democracias, en las dictaduras, y hasta en tantas crueles monarquías personalistas y asesinas africanas, de Oriente Medio, de Asia y de otros sitios. Los ministros se nombran a dedo en Estocolmo y en Abu Dabi. Los reyes católicos nombraban a sus ministros a dedo, e incluso hoy el Papa sigue empleando ese sistema para nombrar cardenales y arzobispos. Se ve que a lo largo de la historia nadie ha encontrado otro método mejor para hacerlo.

Pero si Pablo Casado, que también ha llegado hasta ahí a dedo, todo hay que decirlo, tiene una idea mejor debería contárnosla. Yo estoy deseando oirla, y seguro que muchos analistas, historiadores y estudiosos políticos también. Sería todo un descubrimiento y una novedad.

Creo que fue Antístenes, un griego poco apreciado por sus conciudadanos, el que satirizando el nombramiento de los políticos de su tiempo sugirió una vez que ese sistema, el nombramiento, era igual que si los burros decidieran nombrar caballos a ciertos burros elegidos de entre ellos.

Supongo que los senadores lo expulsaron de Atenas, claro.

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