Opinión

Tenemos payasos, montemos el circo

En el Concello de Santiago se vivió ayer otra situación de opereta. El Gobierno del PP aprobó en solitario el presupuesto de algo más de 100 millones de euros para el próximo ejercicio, pero la coña llegó cuando el alcalde Ángel Currás y el concejal socialista Bernardino Rama se encararon al término del pleno con la operación 'Pokemon' como música de fondo.

"Venga ya, ya está bien. Se acabó el circo", zanjó un concejal de la rosa. Otro, de la gaviota, se despidió de Rama gritando "hasta luego, Padrino", como supuestamente se le bautizó en los papeles de la operación judicial. "Ya hablaremos", se dijeron Currás y Rama como sucede en las buenas películas de mafia, putas y farlopa. ¿De qué van a hablar? ¿De si la mordida ha sido más grande o pequeña? Y ojo, siempre bajo la presunción de inocencia de todos los imputados.


El espectáculo que nos están propinando nuestros políticos es lamentable, rozando la payasada, aunque no tiene puñetera gracia. A un primo algo talludito le gustan los parlamentos en los que sus señorías se zurran de verdad, pero por estos pagos estamos acostumbrados a otra cosa. Que políticos como Paula Prado, antes en el concello santiagués y ahora voz del PP en el Parlamento gallego, tenga el papo de comparecer ante la prensa es para hacérselo mirar. "Ya verás como no van a caer todos porque los principales partidos están metidos hasta las orejas. El problema es que los políticos siguen nombrando jueces y se ríen de nosotros", afirma una voz autorizada del PP que está hasta el gorro de un sistema que apesta a corrupción.


A Coruña, Vigo, Ourense, Santiago, Lugo y Pontevedra están bajo un manto de sospecha y la vida sigue como continúan las cosas que no tienen mucho sentido, parafraseando a Sabina. La desgracia para los políticos es que los ciudadanos ahora no tragan con todo y andan más pispos con lo que sucede con la cosa pública.


Es el momento de sabanear y cambiar el sistema, pero no lo van a hacer porque todos han chupado del teto de la administración. Habría que ser valientes y alentar que una nueva generación con unas normas claras y transparentes nos gobernase a todos. Mientras esto no suceda no estará claro si los payasos somos nosotros por consentir este circo.

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