A hora que la extrema derecha va a perder el gobierno de Estados Unidos, tengo la impresión de que Bush se viene para Europa a poner en marcha la política neocon. La aprobación de la semana laboral de 65 horas y la directiva contra los inmigrantes sin papeles asustan por el tufo de extrema derecha que tienen. Por no hablar de la decisión tomada por el Gobierno de un país tan admirable como Suecia que ha aprobado poder espiar sin orden judicial las llamadas, los correos electrónicos y los fax internacionales. De repente esta Europa ejemplo de solidaridad, paz y democracia se ha convertido en una fortaleza miedosa, cobarde, que se atrinchera ante un teórico enemigo que lo único que pide es poder comer. Y lo peor es que la directiva que va a permitir, sin intervención judicial, detener durante 18 meses a los inmigrantes que no tengan papeles fue aprobada con el voto de 16 de los 19 eurodiputados del PSOE y en contra de la posición del grupo del Partido Socialista Europeo que había pedido el voto no o la abstención. Y que no me vengan con el cuento de que el PSOE tiene que gobernar. En Portugal también hay un gobierno socialista y sus eurodiputados votaron en contra o se abstuvieron.
¿Qué nos parecería a los españoles una ley que permitiera al Gobierno detenernos durante 18 meses, por no tener el DNI? Estas parecen ser las dos primeras medidas que salen adelante en la Unión Europea gracias a la victoria de Berlusconi que junto a Sarkozy lidera el mayor giro a la derecha de los últimos veinte años en Europa.
Ante este ataque a valores como la solidaridad, casi no han salido voces de la izquierda, salvo Jacques Delors, el mejor comisario que ha tenido la Comisión Europea, y el ex primer ministro francés Michael Rocard, sin olvidar a los eurodiputados del Partido Socilista Josep Borrel y Raimon Obiols, que votaron en contra, o Marti Grau, que se abstuvo. Es necesario que la izquierda levante una sola voz en el seno de la Unión Europea. Si el futuro lo va a marcar Berlusconi, muchos empezaran a cuestionarse para qué sirve la Unión Europea. La UE debe parar a Silvio Berlusconi no al revés.
