Opinión

Árnica,bálsamo, tregua antes del verano

When sorrows come, they come not as single spíes but in batallaions” (Cuando llegan las adversidades , no lo hacen como simples soldados sino en batallones”, dice Shakespeare y acostumbro a citar. Vamos que los males nunca vienen solos.  Así pasa ahora.

No, no es que España y la Europa del sur exageren o sobreactúen como los malos cómicos sino que se trata de la dura realidad: la situación económica es pésima, cada mes, cada semana, cada día resulta peor que el anterior y los medios de comunicación obran  como cajas de resonancia de lo que está sucediendo en la radio, en la televisión y en las redes sociales.

  Aunque ya hemos hecho callo con tanto empeoramiento anunciado y lo damos por descontado, el panorama encoge el ánimo: “Situación crítica”, se lee en los titulares de los periódicos a cuatro y cinco columnas en primera página. “Presión insostenible”, “España, al límite”, “El Banco Central Europeo (BCE) debe actuar y no abandonar al euro a su suerte”, insisten. 

Pues bien,  Mario Draghi, presidente del BCE y taumaturgo  requerido por todos, terminó por tomar la palabra y anunciar su decisión. “El Banco Central Europeo hará todo lo necesario para sostener el euro”, dijo tras varias semanas de un silencio que provocaba el nerviosismo general. Acto seguido,  recalcó: “Y créanme, será suficiente”. Fue como un abracadabra, un conjuro liberador para los hipersensibles mercados, que reaccionaron de inmediato. Árnica.

¿Es este sistema de mercados y Bolsa el que responde a estímulos tan simples y elementales y el que dirige nuestras finanzas? En la economía especulativa de casino que domina el mundo, la gravosa prima de riesgo de la deuda  española–diferencial con el sólido bono alemán-  retrocedió de golpe 50 puntos tras este anuncio, la Bolsa de Madrid subió un 6%, la mayor alza en dos años y el resto de las plazas europeas experimentó una clara mejoría. Los agentes que supieron barruntar el cambio hicieron su agosto. Suerte, rapidez, destreza, corazonada,  información privilegiada, ¿hay algo de justo, racional y democrático en todo esto? Al día siguiente, la susodicha prima de riesgo se mantuvo en torno a os 540 puntos  y la cosa se serenó con esta declaración de Mario Draghi que obró como un bálsamo.

Esto fue lo que sucedió  en lo referente a la veleidosa  economía financiera, que tiene sus propias reglas. La real, la que afecta a nuestros bolsillos, la que incide en nuestro día a día y en nuestro nivel de vida, también es hoy en día impredecible y preocupante. Según la Encuesta  de la Población Activa (EPA), el número de parados se ha elevado en España a otro máximo histórico en el segundo trimestre de este año: 5.693.100 desempleados, es decir, una tasa del 24,6% de españoles que no pueden trabajar.  Más de 15.900 puestos de trabajo fueron  destruidos en los últimos tres meses. Detrás de estas frías cifras se hallan seres humanos, tragedias, dramas, “estado de malestar” y, en casos extremos, escasez,  malnutrición, comedores sociales…  Es la otra cara de nuestra quebrada hacienda, la que más debiera inquietarnos.

Las palabras más empleadas para referirse a los avatares actuales del momento económico, si nos atenemos a los medios de comunicación, son tempestad, galerna, turbulencias y “tsunami”, maremoto, comparación esta última muy repetida y a todas luces fuera de lugar. La culpa la tiene la voracidad de los mercados, se dice, achacándoles infantilmente todos los males como a un moderno Leviatán para quitársela los especuladores que buscan el lucro fácil. En realidad, el lucro es el motor del capitalismo, está en su naturaleza. En la película “Mister Arkadin” dirigida e interpretada por Orson Welles, el protagonista cuenta la siguiente fábula. Una rana lleva a lomos a un escorpión que le pidió ayuda para cruzar un río; cerca ya de la orilla, el escorpión pica a la rana,  inoculándole fatalmente su veneno mortal,  y ésta le pregunta sorprendida: ¿pero por qué lo has hecho si sabías que íbamos a hundirnos los dos? Y el alacrán responde simplemente: “Es mi carácter”.  Del mismo modo, es carácter del sistema capitalista la acumulación de riqueza en unos pocos, se hunda quien se hunda. Por ello, es necesario ponerle coto con leyes y reformarlo continuamente para hacerlo soportable.

Añadiendo dificultad a la dificultad, ahora atravesamos un cabo de las tormentas. Los sufridos ciudadanos, estoicos, se aprietan el cinturón, aguantan el bajón del nivel de vida, la carestía, los  recortes, la merma en sus prestaciones de ayuda –no hay dinero-,  la Unión Europea se mantiene como puede, España, peor.

La crisis actual –debida no sólo a la inepcia de los gobernantes, aunque todo ayude- empezó hace cuatro años según los cronistas y lo malo es que no se le ve el fin. Los dirigentes europeos parecen   desbordados,  siguen puntualmente las directrices de la canciller Angela Merkel, la cirujana de hierro europea. Pero no hay modo.

Atención, las dificultades actuales no son sólo de España ni mucho menos, sino europeas. En primer lugar de Italia, después de la vecina Francia e incluso alcanzan, aunque suavemente, a  la poderosa  Alemania. La Eurozona se halla en el punto de mira del capitalismo norteamericano, que tiene, digámoslo irónicamente, vocación universal.  La prueba es que Moody's puso al país teutón en “perspectiva negativa” para una posible rebaja  de la deuda soberana aunque de momento conserve su triple AAA. Una vez cobradas las  piezas de Grecia, Irlanda y Portugal,  Moody’s  y las otras agencias de notación de riesgos prosiguen con su labor de zapa en defensa de los intereses de sus inversores estadounidenses. Si se nos permite dramatizar para una mejor comprensión, la Eurozona podría estar representada por el terrible y sombrío cuatro de Brueghel el Viejo llamado “La parábola de los ciegos” que se conserva en Nápoles y al que tenemos fácil acceso por Google  o por el enlace “Hoyesarte”, que recomiendo a mis lectores. En él se  puede ver a unos invidentes que se apoyan unos en otros en una senda conducidos por un guía también ciego… Seguramente, la comparación resulta demasiado chocante pero según las informaciones de los media,  la desorientación actual es manifiesta.

De cualquier forma, tras la tregua propiciada por el banquero oficial europeo Mario Dragui, esperemos que  Europa trate de encontrar el camino. Aunque sea penosamente.

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