ÁGORA ECONÓMICA

Estrategia económica de EE.UU: un cúmulo de despropósitos

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La historia nos demuestra que las guerras comerciales acaban en una confrontación entre países que no deja apenas ganadores

Uno de los riesgos que más preocupa, en este momento, a nivel global tiene que ver con la inestabilidad que han mostrado los mercados financieros en los últimos meses, fruto de las expectativas relativas a la implantación de una política monetaria menos generosa y al supuesto giro proteccionista que parece estar planificando la primera potencia económica y que podría modificar el orden económico mundial establecido hasta la fecha. 

Otro elemento que podría desestabilizar el actual entorno económico tiene que ver presiones inflacionistas que podrían desatarse en economías como la norteamericana, en la que se prevé alcanzar una tasa de paro por debajo del 4% en los próximos años, circunstancia que podría agudizar aún más el carácter contractivo de la política monetaria en esta economía.

Realmente la contracción en el ámbito monetario ya se ha iniciado en la Reserva Federal, después de realizar hace apenas unas semanas su sexto movimiento alcista en su tipo de interés de referencia, situándose en este momento en el 1,75%. Cabe mencionar que el propio Banco Central Europeo sugirió, en su última reunión, la finalización del programa de compras de activos, lo que supondría el final de la inyección masiva de liquidez en los mercados monetarios. 

Las correcciones bursátiles observadas en Wall Street en las últimas semanas han tenido un efecto contagio muy fuerte en diferentes bolsas de economías emergentes, debido al elevado grado de sensibilidad que estas tienen ante variaciones en la plaza neoyorquina. Unos movimientos que tienen que ver con los temores que comienzan a tener los inversores en relación a que el ritmo de subida en los tipos sea más rápido de lo esperado.


DÉFICITS GEMELOS EN EE.UU.


Los desequilibrios que presenta EEUU por partida doble, nos referimos al déficit fiscal y exterior, preocupan también a los mercados por las posibles oscilaciones que pueda experimentar el dólar en los mercados cambiarios ante la supuesta insostenibilidad de los mismos por tiempo indefinido. Resulta sorprendente la pretensión de la Administración Trump de minorar la presión fiscal y llevar a cabo una política expansiva de gasto que, dado un déficit fiscal en el año 2017 del 3,5% de PIB, provocaría aún más distorsión entre los agentes económicos. Es bueno recordar que cuando Reagan acometió, a principios de los ochenta, un recorte fiscal similar al que plantea Trump la deuda pública federal era del 30% del PIB, ahora esta se sitúa por encima del 100%, con unas obligaciones de pago que suman prácticamente el 40% del PIB.


GUERRA SIN GANADORES


A eso se suma, la política comercial que la Administración Trump aspira a poner en marcha tras el último anuncio de subida de aranceles a dos de los mercados más globales que hay en el mundo, el acero y el aluminio. La historia nos demuestra que las guerras comerciales acaban en una confrontación entre países que no deja apenas ganadores, solo perdedores. Un ejemplo de esto sucedió en el año 1930, poco después del crack del 29, cuando EEUU aprobó la Smoot-Hawley Tariff Act que supuso una subida arancelaria a un elevado número de productos para proteger la producción nacional. El resultado fue una subida generalizada de los aranceles en el mundo que provocó el mayor desastre de política comercial hasta la fecha.

Desde hace mucho tiempo, el lobby industrial y agrícola norteamericano han pretendido estrechar las entradas de producto para evitar la competencia del exterior. El triunfo de esta estrategia supondría una menor competitividad en su economía que se traduciría en un aumento de la inflación, perjudicando principalmente a los consumidores que son los que más soportan las consecuencias de las subidas de precios. El juego geoestratégico que se está planteando desde EEUU viene a modificar las relaciones económicas y políticas vigentes hasta la fecha, con claros ataques al entramado multilateral de la OMC y a la propia Nafta norteamericana. 

El señor Trump piensa que las acciones en política comercial derivan en un juego de suma cero en el que lo que pierde una economía lo gana otra,  o que debe gestionar un país como si fuese una empresa, en el que los socios comerciales no son más que los competidores que tiene para colocar sus productos. Nada más lejos de la realidad, la cooperación llevada a cabo desde la segunda mitad del siglo XX en el ámbito del comercio internacional ha propiciado la mayor época de prosperidad económica de la historia de la humanidad, por lo que adoptar una actitud defensiva y proteccionista nos haría retroceder en el tiempo y sumergirnos en un período de profunda oscuridad.

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