ECONOMÍA CIUDADANA

El “trabajo estable” da paso al talento nómada en la empresa del futuro

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El peso del sector servicios en un pais como Alemania es del 71% del PIB

Vivimos en un mundo hiperconectado y el entorno laboral empieza a dibujarse virtual.  El modelo tradicional agoniza, porque el mundo es más que nunca raudo y cambiante. Estas circunstancias ponen el valor en la necesaria flexibilidad, pareja a la creatividad y a la innovación. Es un gran potencial  ser capaz de trabajar colaborativamente en cualquier momento, lugar y con cualquier persona.  Ya no hay que esperar a 2020 para contemplar la empresa del futuro, porque se vislumbra con claridad en el horizonte más inmediato.

Desaparecerán los sueldos estandarizados en función de un cargo y se pagará de manera variable y adaptada en función de los intereses de cada persona. 
En la década de los años 60 y 70 se elegía una carrera a temprana edad y esa elección marcaba toda la vida. Un empleo estable era una condición indispensable. Pero pasa el tiempo y surge un nuevo tipo de trabajador, que llega  a caballo de la tecnología, que posibilita laborar desde cualquier localización. La nueva herramienta es Internet, aliado para el logro de nuevas habilidades. La economía colaborativa, el trabajo remoto y la diversificación de canales de información, marcan un momento nuevo.

Las profesiones que encajan con más precisión en este  escenario son las de los corresponsales, bloggers, programadores, community managers, desarrolladores de software o diseñadores gráficos, entre otros; porque es a los que les resulta más fácil  externalizar  tareas. Aunque poco a poco se van incorporando nuevas profesiones en las que ya no es imprescindible la asistencia y la cercanía física. Esta tendencia se va a acentuar, y cada vez se demandarán más “freelancers”, autónomos libres que trabajen para las empresas. Ha  sido clave, el declive de la economía basado en la producción en masa, que ha perdido  vigor, a favor del auge del sector terciario, que, por ejemplo, en Alemania representa ya el 71% del PIB, en Japón el 62%, en Brasil el 61% y en México el 67%. 

Los trabajos se caracterizan por una desregularización de las normas sobre organización que han tenido que flexibilizarse, adaptándose a la brújula de la inmediatez, que marca el norte. A esto ha contribuido la proliferación de un creciente contenido de información y conocimiento sobre quehacer laboral y las diversidad de herramientas para hacerlo  efectivo, cada vez más heterogéneas. Es por lo que la formación para  afrontar eficaz y eficientemente un entorno laboral, ha de  plantearse como un caleidoscopio, para  un mundo cambiante.

Su función es permitir que las personas puedan continuar pedaleando aunque cambie el terreno, encontrando el camino que lleve a la abundancia y a la prosperidad. Ya que lo aprendido en un momento tiene una utilidad relativa, la división entre mundo de la formación y mundo de trabajo deja de tener sentido y se hace necesaria una formación consante y continua pareja al trabajo a desempeñar. El impacto de este tipo de trabajadores-nómadas del conocimiento, demanda una organización horizontal  de la empresa, no jerárquica o vertical. El auge de la figura del especialista, pone de relieve hasta qué punto en el plano de la producción, los servicios y las comunicaciones todo depende de la formación para abrir contextos globalizados

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