MONTERREI

La maleza toma el balneario y el viejo manantial de Requeixo

photo_camera Las hiedras y las zarzas ya cubrieron buena parte de las paredes que quedan el viejo balneario

El abandono también se hace patente en la playa fluvial que se acondicionó en el entorno del río Búbal

Requeixo, el espacio natural más emblemático de la localidad de Vilaza (Monterrei), está intransitable a causa de la maleza, que se apodera de los accesos, río Búbal y las ruinas del viejo balneario y planta embotelladora de agua minero-medicinal. Los hierbajos mantienen sepultada incluso la represa y playa fluvial que habilitó el concello en los años ochenta junto al mismo manantial.

El espacio natural, que forma parte de la Red Natura y está protegido dentro del Plan de Ordenación Municipal de Monterrei (PXOU), fue hace unos años punto de referencia para vecinos y visitantes para pasear durante las tardes de verano e incluso de invierno, pero, en la actualidad, el abandono a que está sometido hace prácticamente imposible acercarse al cauce del río Búbal y caminar por las grandes rocas entre las que discurre el agua, hasta las pequeñas cascadas que forma el río junto a la presa y la minicentral de As Chas, situada aguas arriba, a unos 500 metros.

La protección municipal afecta a un radio de 500 metros a partir del grifo público en el que brota agua minero-medicinal, pero el alcalde, José Luis Suárez Conde, reconoce que lleva años sin visitar el lugar. "Non teño nin idea de como está a zona", apuntó el regidor, recordando que en varias ocasiones intentó comprar las viejas ruinas del balneario y la planta embotelladora, "pero non hi forma de chegar a ningún acordo co propietario. Vamos a esperar a que ó deixe en herencia ós seus fillos e haber se estos están en mellor disposición de vender", explicó José Luis Suárez Conde.



Sin inversiones

El manantial es propiedad del empresario luso José Sousa Cintra, pero las márgenes del río Búlbal (cruza entre las ruinas de las instalaciones) son competencia de la Confederación Hidrográfica del Duero, que lleva más de 39 años sin realizar ninguna inversión en la zona. Es más, en el organismo de cuenca aseguraban el pasado jueves que no está prevista ninguna actuación en los próximos años en el río Búbal, a su paso por Vilaza.

Los vecinos tienen derecho al agua y el empresario portugués dejó libre un grifo público, que está metido en una especie de agujero, en el que se hace prácticamente imposible beber o coger el líquido con un vaso o una botella. El grifo está vertiendo continuamente un chorro de agua que va parar al monte y al cauce del río Búbal. "É unha pena que non poidamos aproveitar esa riqueza natural, pero de momento non podemos facer nada", lamentó José Luis Suárez Conde.

El balneario y la planta embotelladora de Vilaza llevan cerradas más de un siglo. El agua es bicarbonatada y sódica, brota a una temperatura de 20,5 grados centígrados y, según las analíticas oficiales, son aptas para el tratamiento de trastornos urinarios, digestivos y de hígado. El empresario luso anunció hace 15 años su comercialización, pero la idea no se materializó.

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