RIBEIRO, IMÁGENES CON HISTORIA

El chalé de Manuel Alonso

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photo_camera El chale de Manuel Alonso en una imagen fechada en febero de 1963.

A finales del siglo XIX se inauguró el primer chalet que, colindante con la calle Progreso, conocida intramuros cómo La Carretera, se edificó en Ribadavia.

Su propietario, don Manuel Alonso Fernández, letrado de profesión, trabajó primeramente cómo abogado y tras aprobar las oposiciones a notarías, ejerció como fedatario en la Villa. Hombre humanista y ávido lector, poseía  una importante biblioteca, siendo asimismo suscritor de la revista cientifica Bailly Baillière, en cuyo ilustrado almanaque se inspiró para realizar la fachada de su futura casa. 

Los planos se los encargó  a don José F. Martínez, el mismo quien desde Chantada, donde ejercía cómo director del colegio de segunda enseñanza, se dirigió por carta a este ayuntamiento (1889) expresando sus deseos de instalar en la Villa el referido colegio pero, no solo de segunda enseñanza sino también de primera.(…) La corporación del momento acogió con toda satisfacción, dicha idea (…) y un año más tarde funcionaba en las dependencias del exconvento de santo Domingo, el referido centro dirigido por don José. El citado profesor reunía, junto a titulaciones ad hoc para la enseñanza, los estudios de Ayudante de Obras Públicas, que lo facultaron para compaginar la docencia con actividades arquitectónicas, realizando intervenciones en la villa que permanecen en pie, cómo la casa de don Paulino Abraldes en La Pescadería, la ampliación del cementerio y el diseño del retablo central de la parroquia de La Oliveira.

El señor Alonso, hasta su matrimonio con Concepción Fermoso, residía en el caserón familiar de la Puerta de la Villa. Dicho edificio, con peto de Ánimas incluido, cuenta con una fachada porticada en la Plaza García Boente, denominada entonces y con toda lógica, de Las Avenidas, pues allí confluyen las calles san Martín, Salgado Moscoso, Santiago y rúa de Los Hornos, haciendo de esta plazuela una zona muy transitada. Por ello, cuando don Manolo expuso a familiares y amigos su intención de edificar “junto a Los Mesones”, no contó con adhesiones al proyecto.

El Progreso tenía en aquel tiempo pocos inmuebles. Huertas, fincas y chabolas que funcionaban cómo talleres, jalonaban dicha arteria, y las viviendas más antiguas que se conservan in situ, cómo la de Dolores Cendón, Manuel Morgade, Ramón Nogueira  y la de Leopoldo Meruéndano, estaban, según la mentalidad del momento, “bastante lejos” como para acudir en caso de sufrir algún percance.  Solo los inmediatos mesones, frecuentados por forasteros, se perfilaban como el único vecindario para la familia Alonso Fermoso.

 Sin embargo don Manolo, ignorando a los agoreros, emprendió las obras, reforzó la seguridad instalando puertas y contraventanas con láminas de acero y “blindó” su perspectiva comprando los aires al vecino de enfrente, garantizando así las vistas a La Carretera. Revalorizó la residencia con un hermoso jardín que llegaba hasta el actual Banco Pastor y en 1896, con las obras concluidas, se instaló con su familia estableciendo la notaría en la planta baja. El matrimonio propietario fue un generoso anfitrión que abríó sus puertas a quien lo solicitaba y su jardín fue el lugar donde la burguesía local celebró sus reuniones y saraos, como también el incomparable marco  donde las parejas ribadavienses se retrataban el día de la boda.

La foto de Chao, toda una postal navideña que me proporcionó gentilmente J. Freijido Davila, está datada el 3 de febrero de 1963, fecha de la impresionante nevada en que toda España se cubrió de blanco. Entonces ya acusaba la falta del hermoso paseo del jardín, rendido ante la piqueta inmobiliaria. Hoy, superado el siglo con creces y acusando el paso del tiempo, conserva la elegancia de quien envejece con dignidad y reclamando nuestra atención nos recuerda a todos vecinos y forasteros, que el Chalé de Alonso puso la nota cosmopolita a finales del siglo XIX en las calles de Ribadavia.

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