OURENSE NO TEMPO

Calle de Alba, primer capítulo

Sería necesario un libro para contar la historia de esta calle, nacida en torno al año 1867 cuando gracias a la donación de terrenos por parte de unos vecinos (Francisco Pérez y herederos de Fernando Puga), pudo llevarse a cabo la apertura de este vial que unió Santo Domingo con Progreso. Hoy, después de un continuo cambio de nombres, la conocemos como Alejandro Outeiriño-Cardenal Quiroga.

El gesto altruista de estos ciudadanos dio pie a que el primer nombre que se barajara para la calle, fuera el de calle del Favor; finalmente la primera denominación fue la de calle de Alba, en homenaje a la cofradía responsable de la Misa de Alba, la cual tenía su centro de reuniones muy próximo a la esquina con Santo Domingo (edificio Yebra, hoy en el bajo hay una franquicia de comida italiana).

Con ese nombre discurrieron sus primeros años, en los que gran parte del tiempo no fue más que un camino de tierra con fincas a ambos lados. Su excelente situación tuvo la culpa de que una floreciente burguesía y profesionales liberales decidieran instalarse en ella, comenzando a construir muchas de las viviendas que aún a día de hoy allí continúan.

Las primeras referencias en prensa aparecen en 1874, y hablan de los problemas que origina que estuvieran todas las fincas de la zona sin cerrar, cosa que aprovechan los mozalbetes para campar a sus anchas y afinar su puntería con los cristales de las traseras de Rapagatos (San Miguel). De inmediato, y a continuación de ese dato, aparece la primera referencia que nos aproxima al oficio de los fotógrafos: “Calle de Alba, casa del Sr. Vales, cuarto bajo”, realmente el anuncio era de un colegio de señoritas que inauguraba doña Marcelina Ahuja en enero del 1877, pero citaba al que fue uno de los primeros profesionales conocidos de la fotografía ourensana, Manuel Vales.

Otro detalle poco recordado es que la calle del Paseo no existía, con lo cual la manera de acceder desde el Padre Feijoo era a través de un camino “público” que comenzaba al fondo de la Fuente del Rey y salía por donde muchos recordamos la lencería España.

En aquellos inicios, llegó a existir algún taller e incluso se permitió la instalación de un depósito de azufre, aunque rápidamente la calle comenzó a convertirse en punto de interés para negocios de otro tipo e inquilinos de clase media alta. En 1879, el señor Murias regentaba una “afortunada” administración de loterías. Poco después se abrió la administración de una original empresa de carruajes que daba servicio entre Ourense y Ribadavia, llamada “Ven Conmigo”.

Sin miedo a equivocarme puedo afirmar que la calle podría llamarse también “De los Fotógrafos” (como explicaré en otro capítulo), pero a punto estuvo de poder llamarse también “De la Prensa”. Además de la aún muy reciente presencia del diario La Región, mientras ostentaba el nombre de calle de Alba, tuvieron en ella redacción y/o talleres El Eco de Orense, Galicia, Heraldo de Galicia, Tío Marcos y Correo Gallego…; ya bajo el nombre de Luis Espada estarían Diario de Orense y La Región. Cierto es que en la mayoría de los casos se trataba de cambios de cabeceras, o talleres compartidos, pero todos existieron y forman parte importante de nuestra historia.

La crónica negra de la calle en este periodo tiene tres hechos destacados. El primero se refiere a la muerte del preso fugado Ramón Sanjurjo (1889), quien, descubierto en el Café La Unión y después de una breve persecución, en la entrada de calle de Alba recibió el tiro de un guardia civil, que resultó mortal. El segundo, por fortuna no llegó a tragedia pero poco le faltó: en 1892, durante el conflicto llamado “de las Verduleras”, el gobernador Carballido intentó dialogar con los grupos de exaltados, y a punto estuvo de saltar la chispa que al final surgió en la avenida de Pontevedra. Y por último, aunque también por fortuna sin daños personales, fue el atentado que sufrió nuestro vate Valentín Lamas Carvajal el día de Nochebuena de 1901, cuando personas desconocidas colocaron una bomba de dinamita en la puerta de su casa en el nº 15, a pesar de que toda la familia se encontraba en el domicilio, las pérdidas se redujeron a la puerta y unas grietas que aparecieron en la fachada.

Además de otros muchos hechos significativos, aquí os dejo algunos de interés. En 1895 fue una de las primeras calles de la ciudad en disponer de energía eléctrica, para ello se instalaron unos postes metálicos en varios puntos de la calle. En 1889, en el numero 11, se abrió el instituto de vacunación de los doctores Quesada, Rivera y Gómez Stuych, quienes vacunaban “directamente de ternera”. En 1902 se instalan en el 23 los padres Paúles, abriendo años más tarde un oratorio en la acera de enfrente (aprox. nº28). En 1904, el nº 22 lo ocupaba el despacho de la Comisaria de Guerra. En Alba 19, hacia finales del siglo XIX, estuvo una gestoría de las primeras que hubo en Auria, y entre sus servicios estaba el de gestionar “la redención a metálico del servicio militar”, se llamaba La Actividad, aunque en algunos foros le llamaban “La Rapidilla”.

Continuará con la denominación Luis Espada, que recibió en 1904.

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