En 1982 Carlos Benavent tocaba cielo, a su prometedora carrera como bajista, había colaborado ya con el legendario Camarón y Paco de Lucía
No importa que la vida sea larga, sino que esté bien narrada”,que diría Séneca. En 1982 Carlos Benavent tocaba cielo, a su prometedora carrera como bajista, había colaborado ya con el legendario Camarón y Paco de Lucía -dos estrellas hoy en el firmanento-, Chick Corea llama a su puerta para grabar dos discos, “Touchstone”, y “Again and Again”, “anda que no ha llovido”, comenta Carles al recordarlo; de aquella fructífera efeméride una canción revisitada, “Waltze”, en esta ocasión marcada por bulerías, y eso que cuando el de Massachusetts recurre a él y a Paco de Lucía, era por su componente flamenca.
Antes, la noche de Carles Benavent y su trío ya había sido una suerte de homenajes, a Jaco Pastorius, icono del bajo, a quien le dedicó su “Bluestorius”, a Frederic Mompou, compositor catalán ya fallecido, de quien ejecutaron una bella versión; sin mentarlo, a Jorge Pardo, con quien también tuvieron juntos una gran aventura, “De perdidos al río”, y como no, su admirado Paco de Lucía, con quien compartió una rica aventura, ambos integraban el sexteto, junto a Pardo; también, otro invitado al concierto del Festival, Antonio Serrano, formaba parte de las giras hasta su fallecimiento.
El bajo de Benavent sobrevuela la noche en la Plaza de Santa Eufemia con maestría, sin alardes, sin volumen exagerado, pero siempre solvente, con una riqueza melódica de impresión. Sus compañeros de viaje, Roger Mas, un pianista polivalente capaz de dibujar unas atmósferas muy precisas, bien cuando apuestan por una línea aflamencada, o más jazzy. El batería, Roger Blavia, contundente. De los invitados, Antonio Serrano, un maestro de la armónica; Raynal Colom, un portento de la trompeta, él sólo se bastaba para enardecer al respetable. Y Séneca dio la bendición, al catalán, claro.
