OURENSE

En las entrañas de la comisaría

Ourense. 27-10-17. Local. Comisaría de Policía de Ourense.
Foto: Xesús Fariñas
photo_camera La Comisaría de Policía Nacional está en As Lagoas.

Una comisaría monumental para una ciudad pequeña y una plantilla escasa. El edificio de As Lagoas impone por fuera pero también por dentro, con un sinfín de pasillos que conducen a ocho plantas. Pasen y vean.

Desde fuera, la Comisaría de la Policía Nacional se insinúa poderosa. El edificio, dispuesto en 4.500 metros cuadrados de suelo público, impone. En los pocos días al año en que aterriza o despega un helicóptero desde la azotea, hasta sobrecoge. Una comisaría con proporciones monumentales que hasta puede generar una falsa impresión. De hecho, si un foráneo accede a la ciudad por el barrio de As Lagoas, siempre creerá que la ciudad es más de lo que parece.

En sus ocho plantas del interior, habitan un laberinto de pasillo y policías. Los primeros conducen a despachos en los que se vela, desde distintas brigadas, para que Ourense se limite a ser esa urbe minúscula, es decir, tranquila, con una comisaría mayúscula. Los segundos están por todas partes, de paisano o de uniforme. Al fin y al cabo, es una especie de segunda casa para muchos. La primera para el comisario, Antonio Álvarez Valencia, quien reside en la tercera planta.

Segunda planta

A Álvarez Valencia vivir donde labora le facilita el trabajo porque, según dice, "la respuesta en inmediata". Tuvo claro cuando pidió este destino que eran sus últimos dos años en activo: "Vine con un fuerte compromiso de servicio", aclara.
Comienza la jornada a las 08.00 horas con la firma de escritos en su despacho de la segunda planta. Cinco minutos después, el coordinador de noche le "canta" las incidencias de las últimas horas. Se analizan, se comunican a los superiores de A Coruña  y se registran a nivel estadístico.  A las 09.15 horas, se reúne con los jefes de brigada y el secretario general para analizar investigaciones y qué servicios precisan refuerzos. El comisario cree en los equipos de trabajo: "Toda la comisaría tiene que saber lo qué se hizo bien o mal".

Este mando reconoce que todos los días afronta un "problema muy grave": la escasez de personal. Ahora mismo, adolece la falta de un 20 por ciento de los agentes recogidos en el catálogo de puestos de trabajo. Deberían ser 242 y hay 194 (más 20 funcionarios de los cuerpos generales). Y no están todos los que son porque, en estos momentos, cuenta con 18 bajas. Sin olvidar, que hay servicios constreñidos por el protocolo (traslado de detenidos, seguridad del edificio...).

Seguridad ciudadana

Es la brigada con más policías, más de la mitad (99). En ella están los uniformados que salen  a patrullar las calles en coches rotulados (los zetas). Sus agentes son los que están más en contacto con el ciudadano. No sólo porque atienden todos sus requerimientos y llamadas desde la sala del 091 sino porque asumen labores de prevención, con charlas en colegios o asociaciones de vecinos desde el área de Participación Ciudadana.

En sus cometidos, según asegura el inspector responsable de Atención al Ciudadano, Carlos Vázquez Cid, la colaboración vecinal se hace imprescindible. "Para nosotros es muy importante que la gente nos llame  y no tenga reparos en hacerlo", afirma. Y argumenta: "Quien mejor conoce lo qué ocurre en un barrio son sus vecinos". Para los aludidos lanza un ejemplo: "En los robos en pisos siempre puede haber alguien que ve algo raro y, por esta razón, es importante que nos avisen".

En la sala del 091, dos agentes, siete pantallas de ordenador y teléfonos que no dejan de sonar. En los nueve primeros meses de este año contabilizó 21.368 (2.471 en septiembre). En las 80 diarias de media, prima la comunicación de emergencias, aunque hay insomnes que  aprovechan para reprobar al vecino por ruidos a deshora o porque la soledad puede llegar a resultar atronadora. Los policías, tal cual periodistas, se hacen una idea de la situación con cinco preguntas clave: quién llama; qué sucede; dónde, cómo y cuándo.

A esta brigada también pertenece la Unidad de Prevención y Respuesta (UPR) para atender -explica Vázquez Cid- "picos de delincuencia, estar presente en aglomeraciones o reforzar otras brigadas".  Esto es, desde pasearse de paisano por la feria del Barbaña para detectar manos codiciosas en bolsos ajenos a una vigilancia en Covadonga para poner ojos al trasiego de droga.
La seguridad privada, los sistemas de alarma o el traslado de detenidos también forman parte del organigrama de Seguridad Ciudadana.

Policía judicial

Está integrada por los agentes con más motes entre los delincuentes:   "la secreta" , "pasma", "maderos", "estupas". Nunca van de uniforme y se dedican a investigar delitos. Desde agresiones sexuales, violencia de género o desaparecidos –tareas encomendadas a la Unidade de Familia y Mujer (UFAM)–, hasta el tráfico de drogas (grupo de estupefacientes).

En esta brigada está la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV). Al tratarse de una comisaría pequeña, sus 11 efectivos asumen delitos de todos los tamaños: desde un asesinato a una oleada de hurtos. "Aquí se lleva más de lo que es habitual porque es una comisaría pequeña", explica el inspector responsable, Bernardo Caamaño.

El trabajo de su equipo tiene exigencias: "Requiere mucha paciencia, hay que seguir los pasos, y se precisa una poco de intuición", explica Caamaño. Y, aunque no lo mencione, también el hermetismo forma parte del puzzle. Por esta razón, no desvela en qué momento se encuentran dos de las investigaciones que más le preocupan: el homicidio de Socorro Pérez, la mujer que apareció muerta el 2 de mayo de 2015 en el Alto del Seminario tras ser agredida sexualmente, y la muerte en extrañas circunstancias del policía Celso Blanco Álvarez (48 años) en su despacho de la quinta planta. Aunque el agente detonó el arma para acabar con su vida, tras autoinculparse en el robo de armas y los anónimos que desembocaron en la operación Zamburiña contra el tráfico de drogas (con cuatro agentes imputados por supuestamente favorecer a traficantes), hay mucho hilo del que tirar.

La jueza de Instrucción 3 mantiene bajo secreto de sumario las diligencias -bajo el epígrafe de homicidio/asesinato- por esta muerte, un caso  que, según parece, está a punto de llegar a su recta final. Pero en UDEV, donde se sustancia la investigación, nadie habla.

Tercera planta

La brigada provincial de Policía Científica está instalada en la tercera planta, con un laboratorio de huellas junto a los calabozos de la planta baja. Sus cuatro agentes en activo, a todas luces insuficientes, son especialistas. Son los encargados de las inspecciones oculares, en la escena del delito, para descubrir vestigios que pongan nombre y apellidos al delincuente. Las huellas digitales, según asegura el inspector jefe, Gumersindo Villar, es lo que más trabajan. Cada individuo tiene una huella única. Y, según explica, no depende de sus genes sino "de las circunstancia en cómo se desarrolló el feto, formada en el sexto mes de vida intrauterina". La ciencia al servicio policial.
 
Planta baja

Da entrada a la Comisaría tras pasar el filtro de seguridad. O bien para denunciar un delito o para pasar unas horas en el calabozo. Este último, sin duda, es el lugar más inhóspito del edificio. Consta de 13 habitáculos, además de uno destinado a menores y el precalabozo. Las rejas, la falta de luz natural y mobiliario -solo hay una tarima de fábrica con una colchoneta y una  manta- le confieren un aspecto poco amable. En contadas ocasiones ha estado al 100% de ocupación, salvo en redadas antidroga.

En este planta, hay un lugar que apasiona a los escolares: el museo. En este espacio está la historia de la policía ourensana con curiosidades como  el registro de "malhechores" de principios del siglo XX. Un trozo de metralla tras en una vitrina recuerda el episodio más amargo para la comisaría: el atentado con coche bomba del 5 de junio de 1988, atribuido al Exército Guerrilleiro.

Oficina de denuncias

Los dos agente por turno que la atienden no dejan de sorprenderse. Tramitan denuncias, una media de 30 al día, si bien los lunes suben un poco más; recogen objetos perdidos, cursan los oficios de la Policía Local, llevan el registro de detenidos y escuchan quejas múltiples, incluidas aquellas que se dirigen contra el propio cuerpo."Esto es una especie de saco roto de la comisaría en el que hacemos de psicólogos o incluso alguno nos toma por el abogado barato", explica con sorna el agente Daniel Pardo. De vez en cuando, atestiguan acciones nobles. "Ayer -por el jueves día 19- vino una señora a entregarnos una cartera con 1.065 euros", apostilla.
  
Primera planta

La oficina del DNI/Pasaporte tiene su propia entrada para el público. Desde primera hora de la mañana, está abarrotada. Tramita una media de 156 DNIs, 20 pasaportes y 11 NIEs (identificación de extranjeros) al día. 

Otros pisos

El resto de plantas tienen menos trasiego. En la cuarta, están los vestuarios del personal. En la quinta, habilitación (nóminas), el aula magna y la brigada de Información, clave en plena alerta terrorista. En la sexta, están los sindicatos y habitaciones para el personal; en la séptima hay un patio exterior y en la azotea, coronando, el helipuerto.

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