Alumnos de Educación Primaria de diez centros educativos de la ciudad han formado parte del programa del Concello "Ourense sabe acoller", que ayer tuvo su broche final con la entrega de varios premios
El 18 de diciembre está designado como el Día Internacional del Migrante, y en Ourense un grupo de jóvenes alumnos de educación primaria de diez centros educativos lo vivieron ayer de manera muy especial al poder mirar directamente a los ojos a algunos protagonistas de esas historias de marchas dolorosas.
El centro de Desenvolvemento de Abanca acogió el acto de entrega de los premios de dibujo, poesía y relato de la sexta edición del programa “Ourense sabe acollerte”, organizado por la Concellería de Benestar Social, y que contó con la presencia de la concejala, Marga Martín. El objetivo de este programa, cuyo peldaño final fue el acto de ayer, es "conseguir acercar la integración de la inmigración y transmitir un sólo mensaje: todos somos iguales", explica Noelia Carballo, de la organización.
Uno a uno, los ganadores acudieron a recoger sus premios entre aplausos y gritos de sus compañeros, con relatos intuidos y salidos de su imaginación. Hasta que llegó Mane Prende. Ella no tuvo nada que imaginar, sólo narrar su propia experiencia: "De Senegal a Ourense. Aquí topei novos amigos, novos profesores, todos me apoiaron", y el relato se quebró. Se rompió porque Mane no pudo seguir cuando habló de sus padres, y de su deseo de estudiar y de que ellos se sintieran orgullosos, y el nudo en su garganta, que se hizo extensivo al resto de la sala, no la dejó continuar leyendo y otra voz sustituyó a la suya para decir: "Sen eles a miña vida non tiña sentido". Y ahí sintió ese apoyo del que hablaba en su relato.
Previamente, los presentes pudieron escuchar otros dos testimonios. Tamara Escobino llegó hace once años desde Venezuela. Les explicó que "al estar casada con un gallego no tuve muchas dificultades al llegar" y afirmó que "con el tiempo el trato al inmigrante ha mejorado muchísimo". Pero el joven auditorio la quiso poner en una complicada tesitura: España o Venezuela, y Tamara no dudó: "Esa elección es imposible, porque sería como partir mi corazón en dos, ya que mis hijos son españoles".
También escucharon a Djibril, de 20 años, que llegó de Senegal hace ocho para reunirse con su padre y estudiar. "Antes venía de vacaciones a través del Concello y podía conocer las costumbres de Galicia. A los 13 años ya me vine a estudiar". Pero lo hizo con una gran tristeza que no se borró hasta hace tres años. "Fue cuando mi madre y hermanos llegaron aquí. Fui un poco más feliz", porque como reconoce "aunque la acogida ha sido excelente, fue muy difícil estar sin mi madre. Casi cinco años sin ella fue lo más duro para mí. Pero me encanta Ourense". Ahora espera poder volver a su país para visitar a sus "abuelos y a mis amigos." Irse no es un camino fácil de tomar, aunque a veces sea el único posible.
