REPORTAJE

La Guardesa echa el cierre

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photo_camera Carmen y José Antonio, ayer a las puertas de su negocio.

El martes acaban 72 años de La Guardesa en Ourense, frente a la estación de tren. "Nuestro padre nunca disfrutó de la vida y ni mi hermano ni yo queremos que nos pase lo mismo", subraya Carmen, la dueña los cinco últimos años. 

La Guardesa echa el cierre. El negocio frente a la estación de tren que abrió Carmen Álvarez en el año 1945, que luego pasó por su hijo José, "Pepe el de La Guardesa", y los últimos cinco años estuvo a cargo de dos de los nietos de la fundadora, Carmen y José Antonio, baja la persiana, el martes. No es por un problema económico, asegura la dueña, no es porque la caja no se llene de euros. Es porque la empresa Coren instalará allí una tienda calcada a la que tiene en la calle Bedoya.

"Nuestro padre nunca disfrutó de la vida, era un hombre muy sacrificado, y ni mi hermano ni yo queremos que nos pase lo mismo, es un trabajo muy esclavo", subraya Carmen Iglesias Hermida para justificar el cierre. "Era algo que ya llevábamos hablando desde hace tiempo, sólo que la semana pasada se aceleró. Es una oportunidad muy buena para nosotros, de esas que no se pueden dejar escapar. Lo único que teníamos claro es que no aceptaríamos traspasarle el negocio a alguien que fuese a continuar con la restauración. ¿Por qué? Por respeto al legado que nos dejó nuestra familia", detalla.

Nos situamos en 1945. "El negocio lo abrió mi abuela Carmen. Sí, sola. Estaba viuda y tenía siete hijos, algo tenía que hacer. Allí estuvieron trabajando todos, hoy día sólo quedan dos vivos", recuerda la nieta. "Empezó como fonda, se movía mucha gente que bajaba del tren. Allí comían y allí dormían. Con los años quedó en cafetería", repasa con una voz convincente.

Los clientes. Ahora tendrán que cambiar la caña de cerveza por el pollo de corral. "En el barrio nos quieren mucho, no podemos decir otra cosa que no sea estarles muy agradecidos. Hablamos de la típica clientela de barrio de toda la vida, fija. Sólo el centro de salud casi nos daba de comer él solo. Pero como se dice, este era un tren que no podíamos dejar escapar", justifica Carmen, de 34 años, sin hijos, de momento, licenciada en Derecho. "No, no tengo niños, pero ahora que voy a tener tiempo... quién sabe. Mi hermano sí está esperando uno", adelanta.

Sucesión de lloros

"Nos da mucha pena, estos días nos los pasamos llorando. Quieras que no son muchas horas en este negocio y al final forma parte de tu vida diaria", relata, a la vez que ya tiene más o menos decidido lo que va a hacer en los próximos meses. "Los primeros nos los vamos a tomar en plan sabático. Cuando pase el tiempo hay un bajo al lado y a lo mejor abrimos un negocio. La vida da muchas vueltas. Lo que sí tenemos claro es que no sería de hostelería, salvo que nos diese muy fuerte el mono... No tendría demasiado sentido dejar uno que nos va bien y embarcarnos en otro igual", asegura.

El martes acabará el mes de octubre del año 2017 y con él la aventura de La Guardesa. "Todos nuestros clientes, que más que clientes ya son amigos, van a estar con nosotros esa tarde, queremos entre todos preparar una gran fiesta, nos parece lo mínimo que podemos hacer para agradecerles tantos momentos emotivos a lo largo de tantos años", finaliza. 

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