ENTREVISTA

“Las grandes 
capitales están 
deshumanizadas"

Antonio Condado Ampudia, especialista en diagnóstico por imagen de la clínica Ruber

Hace más de cuarenta años que Antonio Condado Ampudia veranea cada año en Podentes, una de las dos capitales que presume tener el ayuntamiento de A Bola. En su carné de identidad reza que es natural de Almonacid, un bonito pueblo de Toledo, pero el corazón de este prestigioso especialista en Diagnóstico por imagen (radiólogo) que trabaja en la Clínica Ruber de Madrid, late con más fuerza en cuanto pasa los túneles de A Canda y O Padornelo. Disfrutando de una comida en la finca familiar de los "mexicanos", como les conocen por Podentes, Antonio habla del cambio del municipio, de sus rincones y del futuro que le espera al medio rural ourensano.



Nadie diría, oyéndole hablar, que usted no es oriundo de esta tierra.
(Risas) No, pero casi. Llevo viniendo aquí desde 1973, cuando estando en la facultad de Medicina conocí a mi mujer, Chelo que falleció en un accidente, y no lo cambio por nada. Cada verano y, algún que otro fin de semana en Navidades, vuelvo a Ourense a disfrutar de esta tierra y sus gentes.



¿Qué tiene A Bola para enganchar a un toledano?

Conocí A Bola a través de mi mujer, que nació en México aunque sus padres eran de Podentes y Leborín y le trasmitieron familiarmente ese cariño hacia esta zona. Y, cuando ella llegó aquí, se enamoró y me lo trasmitió a mi y a mi hija. A través de esa relación es como surge el que uno se identifique con las gentes, con el paisaje, con la cultura y la historia local.



¿Qué recuerdos guarda de aquella época?

El recuerdo que tengo de aquella época es que esto era una gran familia, cualquier motivo era excusa para una celebración: la vendimia, la matanza... Trabajar era una fiesta y las romerías se disfrutaban como en familia. Era muy bonito. Ahora cada vez va quedando menos gente, pero todavía hay muchas raíces que afortunadamente se conservan.



¿Dónde ha notado la mayor transformación?

Indudablemente y desgraciadamente, hay un problema y es que la infraestructura económica existente no permite que los jóvenes y no tanto, puedan desarrollar aquí su actividad. Eso es una cuestión que hay que desarrollar y poner todo el esfuerzo para solucionarlo. Ya no por nosotros, sino por las generaciones que vienen. Ourense en general y esta comarca en particular, tiene una gran riqueza que se debe explotar.



¿Cómo?

Es un problema difícil, pero es posible. Y sobre todo porque el campo, que además de ser muy bonito, tiene muchos recursos. La estructura y el minifundio que hay hacen difícil su explotación pero hay que intentarlo. A Bola tiene un potencial natural importantísimo, tiremos por ahí, de lo ecológico y del sello de la Reserva de la Biosfera. Me da pena que los jóvenes no estén disfrutando de sus raíces y que no estén desarrollando su trabajo en el sitio que deberíamos haber construido para ellos. Para mí, lo más importante es la humanidad de la gente y las grandes capitales están deshumanizadas.



Posiblemente, toda la población de Podentes (87 habitantes según el Instituto Nacional de Estadística), cabrían en un edificio de Madrid...

(Risas) Sí. Y por eso me encanta esa comunicación a través de esta relación humana, más natural, más auténtica, más humana, es la relación que desgraciamamente estamos perdiendo en las ciudades. Y quizás, por eso también venimos aquí después de tanto tiempo.



¿Y su relación con los vecinos?

Tengo muy buena relación con ellos. Me encanta es saber de ellos y si tienen algún problema, aquí estoy para lo que pueda hacer, porque ellos también se ofrecen para resolverme cualquier problema, siempre están dispuestos.



Debido a su profesión, seguro que más de uno ha llamado a su puerta en alguna ocasión...

Muchas veces, y a mí me encanta el hecho de poder ayudarles en lo que sea.



¿Ha pensado en jubilarse y asentarse en A Bola?

Ahora voy a venir más porque estoy rehabilitando una casa, pero yo trabajo en la privada y la jubilación, no es como en la publica. Tengo 63 años, pero estoy muy bien, muy a gusto y contento y probablemente tarde tiempo en jubilarme. Mi trabajo me llena.



¿Qué es lo que más le gusta hacer cuando viene en verano?

Me gusta descubrir lugares recónditos. Hay rincones bellísimos, tanto natural, como cultural e históricamente. El otro día llevé a unos amigos a Castromao, que es un sitio con mucho encanto, también Allariz, o el mismo Ourense, con las termas. Me gusta mostrárselo a la gente para que también lo disfrute.



¿Y lo que más echa de menos?

El pasado era más bonito en el sentido de que había más tradiciones, más fiestas... Eso lo hemos dejado atrás, como en todas partes del mundo, pero es lo que más nos gusta a los que volvemos cada verano. Hace unos días los Vázquez Raña me invitaron a una fiesta en Avión, aunque por temas personales no pude acudir. Y la gente, cuando se lo comento, siempre se pregunta ¿cómo unas personas tan ricas como esas vienen a un lugar perdido de Ourense? Pues, precisamente por eso, porque en esta tierra están sus raíces. Es lo que han mamado y añoran. Es gente sencilla que busca lo mismo, comunicarse con los demás y disfrutar de su compañía.

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