Una amistad y un compromiso

A nadie se le oculta que Abdón Blanco fue el último alcalde republicano de O Barco. Su corazón paró a los 38 años porque 'unas balas con nombre', como reza textualmente en un inspiradísimo poema de su amigo Lauro Olmo, quisieron acabar con un ciudadano al que, por circunstancias, tocó ser alcalde y no quiso abandonar, como hicieron otros, su cargo, prefiriendo aferrarse a su puesto hasta las últimas consecuencias, consciente de que le costaría la vida, una joven vida de 38 años, dejando joven esposa y dos niñas, una de ellas recién nacida.
El firmante, queriendo ejercer el papel de 'abogado del diablo', habló con unos y con otros, supervivientes de un bando y del otro, políticos y apolíticos, buscando alguna mácula en su conducta, que jamás justificaría el fin de este ejemplar ciudadano. Y todos, absolutamente todos los entrevistados, coincidieron en que 'era una excelente persona' o, la frase más repetida, 'nunca se metió con nadie. Entonces, ¿por qué? ¿Por qué se segó esa joven vida, llena de proyectos? ¿Por qué se dejó a su suerte a una viuda y dos hijas que necesitaban a un padre? La Providencia les había destinado una madre de gran entereza, una mujer fuerte, a la que nunca hemos visto un rictus de odio o venganza, que se creció en la desgracia, haciendo las veces de padre y madre.

Impresiona la tranquilidad de conciencia y fortaleza de ánimo que se desprenden de la carta que envió a su esposa, conocida ya su sentencia de muerte. 'Paca, esposa mía: muero queriéndote más que nunca. me entrego a Dios seguro de que en Él he de encontrar misericordia. Vela, como tú sabes hacerlo, por esas dos criaturas que, como a ti, adoro con todo el fervor de mi alma. Perdona a todos cuantos creas que me han hecho mal, como yo les perdono'. Un hombre con tanta grandeza de alma nunca debió ser juzgado, ni mucho menos ejecutado, porque no había cometido delito alguno y tan solo el cumplimiento de su deber, impuesto por la promesa o juramento que había hecho cuando fue nombrado alcalde.

Quiero terminar con la última estrofa del mismo poema de Lauro, dedicado a su amigo Abdón Blanco cuando se cumplía el cincuenta aniversario de su fusilamiento: 'Decidle a nuestro alcalde -cumbre de dignidad, página noble-, que, por su egregio ejemplo, hoy es más transparente el aire de su pueblo. Cuanto antecede pertenece a la historia reciente. Algunos lo recuerdan. Transcurridos 75 años de su horrible fallecimiento, su pueblo no olvida a su alcalde. Porque su conducta merece un recuerdo imperecedero'.

Te puede interesar
Más en Cartas al director