Amor a la maternidad

He sido testigo de una escena, muy gratificante, que me gustaría compartir con todos vosotros: Viajaba yo en el Metro de Sevilla a las 09,10 de la mañana. Subió a mi vagón una mujer joven y guapa, delgada y 'visiblemente' embarazada y triste. Se sentó en el centro de una fila de 3 asientos laterales. Justo frente a ella viajaba, también sentado, un hombre de unos 50 años, que la miró con simpatía y, pocos segundos después, le sonrió y se atrevió a dirigirse a la joven, aproximadamente, con estas palabras:
'Ya que estamos en Navidad, permítame, por favor, que le diga tres cosas amables: La primera, que la maternidad embellece a las mujeres; la segunda, que le doy las gracias por tener la generosidad de ser madre, y la tercera, que cuando un hombre ve a una mujer embarazada, siente una envidia tremenda.'

La mujer, visiblemente contenta y emocionada, le agradeció al hombre sus palabras, con una gran sonrisa, afirmando que le habían hecho mucho bien.

El tren paró, y tanto el hombre amable como yo nos bajamos del vagón, una vez terminado nuestro viaje.

Me pareció un gesto muy sencillo y bonito, y una forma muy cariñosa y eficaz de expresar, abiertamente y sin complejos, el amor por la vida y el respeto y admiración hacia el magnífico don de la maternidad en la mujer. Me invadió un gran impulso de felicitar la Navidad y de darle un fuerte abrazo agradecido y admirado al hombre, pero... ¡No me atreví! Luego me sentí muy alegre, a la vez que avergonzado.

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