Cuando alguna vez que otra me siento ante la tele para ver algún reportaje relacionado con Holanda, Bélgica, Alemania o Dinamarca, me quedo admirado ante la enorme influencia que tiene la bicicleta en la vida cotidiana de los ciudadanos de esos países. En España no somos así, no tuvimos nunca cultura ciclista para servirnos de las dos ruedas y el pedal, más allá de considerarla, eso sí, vehículo de paseo o deporte puro y duro, y en eso sí que somos campeones.
Pero lo curioso ahora es una pequeña información (La Región 1-7-12), que dice que: 'El Congreso crea una comisión para fomentar el uso de la bici', y la reseña llega a comentar que se estudia un órgano permanente de coordinación y debate, con todos los actores relacionados con la movilidad ciclista, denominado 'Consejo Estatal de la Bicicleta'. La frase es prometedora, y con aire de importante circunstancia, pero en principio puede que no fuera más allá de una mera nota de prensa para la galería.
¿Cuántos somos capaces de imaginarnos las aceras del Congreso o Senado con cientos de bicicletas de 'sus señorías' aparcadas mientras los ínclitos debaten dentro los destinos del país? Si de verdad quieren promulgar su uso, que empiecen por dar ejemplo, y se trasladen desde sus hoteles a las cámaras dando pedal. Sería pintoresco, pero maravilloso. Con 614 bicicletas que sustituyeran a otros tantos coches, sus señorías ejemplarizarían a los ciudadanos de cómo hay que moverse por las ciudades de España, para ahorro de combustibles, fomento de la salud, y salida de la crisis. Además, hasta podría ser aplicable a los políticos de otros estamentos como comunidades autónomas, diputaciones y ayuntamientos. Todo lo demás no deja de ser un bla, bla, bla.
¿Cuántos somos capaces de imaginarnos las aceras del Congreso o Senado con cientos de bicicletas de 'sus señorías' aparcadas mientras los ínclitos debaten dentro los destinos del país? Si de verdad quieren promulgar su uso, que empiecen por dar ejemplo, y se trasladen desde sus hoteles a las cámaras dando pedal. Sería pintoresco, pero maravilloso. Con 614 bicicletas que sustituyeran a otros tantos coches, sus señorías ejemplarizarían a los ciudadanos de cómo hay que moverse por las ciudades de España, para ahorro de combustibles, fomento de la salud, y salida de la crisis. Además, hasta podría ser aplicable a los políticos de otros estamentos como comunidades autónomas, diputaciones y ayuntamientos. Todo lo demás no deja de ser un bla, bla, bla.
