La sociedad, el hombre como animal social, establece redes de relación entre unas y otras personas, entre un grupo y otro.
El partido es pues un grupo social más con el que uno se interrelaciona e interacciona. La cuestión está en que el partido político ejerce el poder, es como un grifo de agua que abre y cierra determinados mandos para que entre más o menos caudal, es decir para llegar a tal o cual fin. Hay fines a veces oscuros o contrarios a la ley y al orden. Si examinamos los casos de corrupción en los juzgados podemos ver precisamente lo que estoy exponiendo, vueltas y revueltas, idas y venidas de redes clientelares, que han tratado de una forma u otra de acariciar o acercarse al poder político. El problema está que cuando algún cable de la red clientelar falla, o se va de la lengua porque no ha conseguido su objetivo, entonces surge lo que se ha dado en llamar el escándalo. Y un paso más allá, la denuncia, la querella y todos estos dimes y diretes a los que estamos acostumbrados.
Las corrupciones políticas son pues el caldo de cultivo de inmensas bacterias y células de poder que tratan de abarcar y atraer a sus votantes. Y las políticas pueden hacerse de modo legítimo, pero la discriminación positiva o negativa hacia un lado u otro nos enseña el camino trazado. Ya lo dijo alguien, 'en el tomar no hay engaño', sin embargo a otro grupo de ciudadanos, nos gustaría que muchos de nuestros políticos tomasen las de Villadiego sin mirar atrás.
La única forma de disminuir estas redes, quitar su alimentación y demás corruptelas, es claramente disminuyendo el tiempo de estancia en el poder, y aumentando los controles, de tal manera que ante un caso de corrupción, sea el que sea, la sociedad pueda cambiar los capitanes y oficiales y llevar la nave a buen puerto. Hay demasiadas redes clientelares, demasiados estómagos agradecidos, demasiados intereses creados, y demasiadas personas sin escrúpulos, por eso padecemos esta enorme y pesada indigestión de la corruptela y su sospecha.
Las corrupciones políticas son pues el caldo de cultivo de inmensas bacterias y células de poder que tratan de abarcar y atraer a sus votantes. Y las políticas pueden hacerse de modo legítimo, pero la discriminación positiva o negativa hacia un lado u otro nos enseña el camino trazado. Ya lo dijo alguien, 'en el tomar no hay engaño', sin embargo a otro grupo de ciudadanos, nos gustaría que muchos de nuestros políticos tomasen las de Villadiego sin mirar atrás.
La única forma de disminuir estas redes, quitar su alimentación y demás corruptelas, es claramente disminuyendo el tiempo de estancia en el poder, y aumentando los controles, de tal manera que ante un caso de corrupción, sea el que sea, la sociedad pueda cambiar los capitanes y oficiales y llevar la nave a buen puerto. Hay demasiadas redes clientelares, demasiados estómagos agradecidos, demasiados intereses creados, y demasiadas personas sin escrúpulos, por eso padecemos esta enorme y pesada indigestión de la corruptela y su sospecha.
