EL ESPIRITU DEL JUANETE

Lo que vimos sobre el Bernabéu fue más bien una versión mercenaria de lo que ha dado de comer a la prensa deportiva durante una semana... 'el espíritu de Juanito'. Y no, no es una errata el título de esta carta. Está basada simplemente en la idea de que lo ocurrido el martes tiene mucho que ver con el sentido común y la ampliación de memoria para la que los forofos descerebrados no suelen tener presupuesto porque la tienen ocupada por películas como Torrente.
Dicho esto, y habiendo sido testigo del partido completo, salvo momentos de micción inevitable, lo que hizo el Real Madrid fue plantear el partido con el único canterano de pura cepa y con un historial inigualable, en el banquillo. Iker Casillas, antes de su lesión, fue sentado en el banco por un hombre portugués con cara no de pocos amigos... de ninguno. En el camino se quedó un tal Adán del que ahora se acuerdan solamente en su casa. Pobre chaval.

El caso es que hace dos eliminatorias el Real Madrid dedicó tan sólo quince minutos a jugar en serio al fútbol y con una tarjeta roja muy rigurosa para el rival, consiguió doblegar a un Manchester que mereció mejor suerte. Ayer el equipo de Chamartín fue capaz de dar un arreón al principio y otro al final... poco más. En todo caso, ojalá este resultado sirva para que el portugués abandone el Madrid sin conseguir su tercera copa en lugar de la décima, como síntoma de su narcisismo infinito.

Aunque el portugués tenga mucha culpa de haber devaluado la palabra Real de este equipo, el verdadero culpable es la mano que mece la cuna y no da discursos, sino homilías... y cuyo único mérito para ser el jefe de todo esto no es su implicación con el equipo ni nada que tenga que ver con una elección democrática. Es simplemente, que es un multimillonario... como los que vimos en el campo ensayando hacer historia. La quinta de Juanito y sus secuaces era otra cosa. Da fe el niño que llevo dentro.

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