Las instalaciones del Campus

Acabo de leer en su periódico la crónica de la inauguración de las instalaciones deportivas exteriores del Campus de Ourense y no puedo por menos que felicitarle por el rigor con el que han tratado a la noticia de forma que no ha servido para el tradicional lucimiento de las autoridades académicas y políticas ante la nefasta gestión de la construcción de unas instalaciones tan necesarias como mal planificadas. En esta ocasión, ni siquiera podrán apelar al tan socorrido recurso de la falta de presupuesto, ya que la obra ha costado igual o más que si hubiera estado bien hecha.
Quisiera, además, hacer alguna puntualización sobre las opiniones que acompañaban a la citada crónica toda vez que de ellas podría deducirse que la instalación es de baja calidad pero apta para la práctica del atletismo. Error, dice el presidente de la Federación Gallega que no es válida para celebrar competiciones de carácter estatal. Se ha quedado corto, no se pueden disputar competiciones oficiales de ningún tipo. Ni estatales, ni autonómicas, ni provinciales ni locales. Como todo el mundo sabe, son tres las disciplinas que integran el deporte del atletismo, carreras, saltos y lanzamientos. Pues bien, los lanzamientos de disco, martillo y jabalina no se pueden llevar a cabo debido a que el césped es sintético y el impacto de los artefactos en su superficie la dañaría, al margen de que no dejarían huella para poder medir las distancias alcanzadas.

Las carreras no se pueden cronometrar debido a la inexistencia de un habitáculo en línea con la meta donde se puedan instalar las cámaras y equipos de cronometraje eléctrico así como los operadores de los mismos. Recordemos que el cronometraje manual no se admite para la validez oficial de las marcas.

Por último, para la ejecución de los saltos de altura y con pértiga se necesitan complejas, voluminosas y costosas zonas de caída (vulgarmente colchonetas) que no existen y que, en caso de ser adquiridas no dispondrían de un local para su almacenamiento y conservación.

Por otra parte, el fútbol y el rugby también salen perjudicados porque, al margen de que la superficie sintética no es la preferida por los practicantes de ambos deportes, las dimensiones del campo son inferiores a las ideales, debido al corsé que supone el anillo atlético que lo circunda.

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