NECESIDAD DE LOS POLÍTICOS

La mejor defensa de los políticos requiere la existencia de una nueva formación más exigente y más respetuosa con las necesidades de las personas, con una forma de elección en la que primen su capacidad para elaborar propuestas autónomas alejadas del carrerismo orgánico.
Los estudios más recientes de la opinión pública nos muestran la desafección de los ciudadanos hacia los políticos. Estas conclusiones nos deberían llevar a un análisis minucioso acerca del estado de nuestra democracia. Los políticos no perciben esta necesidad y siguen meciéndose en la voluptuosidad y en la comodidad. Es necesario defender a los políticos de sí mismos, de sus miserias, de lo anquilosado de sus proyectos.

En la medida en que profundizamos en la democracia se hace más evidente la contribución de los políticos a su presencia dinamizadora de la sociedad. Sería un error pensar que el sistema político actual, aunque sea 'modélico' no necesita de la contribución de los mismos políticos para su perfeccionamiento, pero la acción de los políticos sin reputación social está necesariamente abocada al fracaso.

Es muy difícil domesticar al capitalismo salvaje sólo mediante decretos. Se necesita otro modelo de formación de los ciudadanos y de los políticos como elementos transformadores de la sociedad. Casi todos los problemas políticos actuales tienen relación con los cambios sociales sobrevenidos, su celeridad, la falta de formación social y política de los políticos y su incapacidad para afrontarlos. La existencia de una ciudadanía informada y con sentido de la responsabilidad, constituye una de las condiciones necesarias, no la única, para que se produzca el control de los políticos.

Para ejercer como político, ante todo, hay que ser buenos seres humanos atentos a las necesidades de los ciudadanos, a los cambios sociales y dispuestos a afrontar con coraje las iniciativas necesarias para promover una justicia social más radical. Sólo así se puede intentar comprender a los demás. Todos vivimos tiempos difíciles, los políticos también. El político es el pilar de la democracia, pero el mal político también puede ser su tumba.

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