Normativa de convivencia

A menudo se comenta en los medios de comunicación que el mal comportamiento de los hijos se debe a que falta autoridad de los padres y a que los hijos hacen siempre lo que quieren en su casa y luego harán lo mismo en el colegio y en la sociedad. La autoridad de los padres es un servicio en el desarrollo personal de los hijos y en la creación de un positivo ambiente familiar, en el que han de participar todos, tanto los padres como los hijos.
Para crear ese ambiente de familia es aconsejable elaborar una normativa de convivencia con la participación de los hijos. Estas normas pueden ir evolucionando con el paso del tiempo según las edades de los pequeños y la prudencia y sentido común de todos.

Los padres procurarán motivar a los hijos razonando en cada momento en el porqué deben comportarse de un modo u otro para el buen funcionamiento familiar y en el porqué deben obedecer.

Los premios siempre son motivadores y se darán cuando se cumpla la normativa de convivencia. A los pequeños se les puede dar algún premio material que les guste, aunque el objetivo futuro será suprimir todos los regalos materiales. A los mayores se les puede felicitar por haber hecho bien lo que debían. Una palabra de elogio o un simple gesto aprobatorio son suficientes para premiar psicológicamente a un chico.

A veces los padres han de corregir y aplicar algún castigo cuando no se cumplen las normas acordadas por todos. El mejor castigo es hacer bien lo que antes se hizo mal y pagar con su dinero la reparación de un desperfecto.

Si un chico se pone a jugar con el balón en el pasillo de su casa y rompe un cristal, el mejor castigo es que pague con su dinero la reparación. En esto han de estar de acuerdo tanto el padre como la madre y apoyarse mutuamente en la misma decisión.

En las tertulias familiares se pueden comentar los aspectos positivos y negativos del cumplimiento de la normativa de convivencia y tomar decisiones conjuntas sobre la responsabilidad de cada uno para la mejora de la vida familiar.

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