¿Qué es lo que no se tendrá ya dicho y escrito sobre la prohibición de fumar en el interior de lugares públicos? No vamos a abundar más en que si es bueno o malo, si es sano o nocivo, o si es normal o incomodo para fumadores o pasivos. Tampoco queremos analizar a fondo las modificaciones económicas que se suponen importantes para el sector hostelero.
Lo que merece la pena comentar es la transformación del paisaje urbano concretado en las consecuencias colaterales repercutidas de la propia ley. Nacen con la normativa, nuevos usos y costumbres de los ciudadanos; no se si buenos si malos, pero en cierto modo un tanto novedosos.
Antes, lo normal y ciertamente social era como todos sabemos 'echar un pitillo' casi entre trago y trago de cerveza, vino o café, en el interior del local; molestase o no al usuario de al lado. Y ahora pasó a ser usual la ubicación de 'un pequeño mueble' en la puerta del establecimiento; una mesita, una repisa o 'un pipote' (vacío claro) a veces con la inscricion de la marca del mosto que se esta tomando, para hacer de soporte del cenicero, e incluso de los vasos de los 'perjudicados fumadores que sufren estoicamente los efectos del veto'.
Además se nota de sobremanera la ampliación de terrazas en cafeterías, bares etcétera, y éstas en mayor grado de ocupación incluso en horas no tan habituales de afluencia de usuarios; y eso parece bueno para los hosteleros, aunque tengan que instalar 'candelas' o suministrar mantas, para proporcionar a los fumadores el calor que no les da el 'fumarse un cigarro' en invierno.
Digamos que el mayor 'pero' de todo esto lo ponemos en que el aumento de la superficie de las terrazas, especialmente en aceras no muy anchas, produce importantes molestias a los peatones, que tampoco tienen porque sufrir los inconvenientes derivados en cierto modo de la nueva normativa. Hay sitios que es necesario ruar en fila india entre las mesas de las terrazas o se da el caso de no poder pasar con un cochecito de niños.
Antes, lo normal y ciertamente social era como todos sabemos 'echar un pitillo' casi entre trago y trago de cerveza, vino o café, en el interior del local; molestase o no al usuario de al lado. Y ahora pasó a ser usual la ubicación de 'un pequeño mueble' en la puerta del establecimiento; una mesita, una repisa o 'un pipote' (vacío claro) a veces con la inscricion de la marca del mosto que se esta tomando, para hacer de soporte del cenicero, e incluso de los vasos de los 'perjudicados fumadores que sufren estoicamente los efectos del veto'.
Además se nota de sobremanera la ampliación de terrazas en cafeterías, bares etcétera, y éstas en mayor grado de ocupación incluso en horas no tan habituales de afluencia de usuarios; y eso parece bueno para los hosteleros, aunque tengan que instalar 'candelas' o suministrar mantas, para proporcionar a los fumadores el calor que no les da el 'fumarse un cigarro' en invierno.
Digamos que el mayor 'pero' de todo esto lo ponemos en que el aumento de la superficie de las terrazas, especialmente en aceras no muy anchas, produce importantes molestias a los peatones, que tampoco tienen porque sufrir los inconvenientes derivados en cierto modo de la nueva normativa. Hay sitios que es necesario ruar en fila india entre las mesas de las terrazas o se da el caso de no poder pasar con un cochecito de niños.
