EL PATRÓN DE LA IGUALDAD

Resulta que nuestro benéfico Gobierno tiene pasión por la igualdad.
Nos desea a todos 'iguales para hoy', y para un futuro de bienestar y placidez común. Para eso nos prohíbe fumar, nos rebaja salarios y pensiones, limita nuestra velocidad, crea leyes igualitarias de género, y nos pone la luz a precios tan inalcanzables que vuelve a considerarse necesario el regreso al candil de 'petromax'. Pero -siempre hay un pero- resulta que este mirífico recurso igualitario, impuesto por don José Luis Rodríguez Zapatero, rodeado por su cofradía de briosas y justicieras 'amazonas genéricas' y su cohorte de 600 asesores aúlicos, ha sufrido un duro varapalo.

Porque este 'justiciero de mujeres', que había dicho con solemnidad marmórea aquello de que 'el poder no me ha cambiado ni me va a cambiar', se ve ahora en los papeles a cuenta de la queja de una doméstica lusa, doña Isabel Laranxeira, a la que tuvo trabajando en su residencia de Las Rozas sin darle de alta en la Seguridad Social, como era su obligación.

Entonces surge la pregunta inmediata. Cuando afirmaba que el poder nunca lo iba a cambiar, ¿estaría diciendo la única verdad que ha formulado a lo largo de su mandato? ¿Se estaría refiriendo a su intención de 'gorronear' a lo grande, esta vez a cargo del erario? Cualquiera podría pensar por lo visto el uso que hace del patrimonio público. Desde la redecoración de La Mareta -al gusto de doña Sonsoles- para disfrutar del estiaje, pasando por el vaciado de piscinas y acotamiento exclusivo de playa para que la misma dama esparciese sus ocios practicando su pasión por el buceo, y llegando a la utilización de aviones oficiales para ir a oír sus adorables gorgoritos a ópera europea de postín, acompañarla de compras -con suegra incluida- a Harrod's, o simplemente desplazarse a mítines del partido con carburante y medio de transporte a cargo del contribuyente. Todo un florilegio escogido de disfrute provechoso de un poder 'que no me va a cambiar'. El mismo personaje que aprieta a tope la correa de sus conciudadanos por mor de la crisis. A la vista está que un cosa es predicar, y otra dar trigo.

Te puede interesar
Más en Cartas al director