LOS PIROPOS

Quiero dar mi opinión sobre la columna publicada el día 12 de junio por su colaborador Conde Corbal en referencia a lo que llama 'piropo'.
A la lectura de su artículo comprendo pefectamente la dificultad que le supone entender por qué la constumbre de lo que se venía llamando 'piropo' ya no es bienvenida. Porque esa constumbre redunda totalmente en la consideración de la mujer como un mero objeto sexual para disfrute del hombre, lo que, por otro lado, ha servido para justificar una infinidad de abusos que durante toda la historia se han venido cometiendo sobre el cuerpo de la mujer.

Fíjese que en su artículo no hace más que hablar del piropo al cuerpo femenino y no a su intelecto (al que solo dedica los últimos espacios), dado que el piropo, por la forma en que se profiere y los contenidos y simbología que conlleva, invisibiliza complemente esa otra faceta de la mujer que refiere a su pensamiento y voluntad.

Un artículo como el suyo, que defiende esa costumbre, nos vuelve otra vez a llevar a ese espacio en el que las mujeres dejamos de ser seres pensantes para ser cuerpos que se ofrecen para ser observados, dichos, descritos, manipulados, definidos.

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