REORGANIZAR LA IZQUIERDA

Hoy siguen existiendo explotados y explotadores como siempre, pero las diferencias pasan más desapercibidas cuando no se quieren ver.
Nada tiene de particular que no sean abordados por aquellos que tratan de defender a los pobres, a los marginados, a los excluidos. La derecha es la que ha generado la actual crisis. Lo lleva aparentemente con tranquilidad. Algo que se originó como una crisis financiera ha contaminado a amplios sectores de la sociedad, incluso a la concepción misma de la democracia y a contenidos importantes de la Constitución. De momento la crisis no se le ha escapado de las manos. Ello no quiere decir que se pueda mantener la situación de forma indefinida. Se presenta como el restaurador de la democracia. ¿Qué democracia? Construyen un camino tortuoso del que será difícil retornar.

La primera condición para que la izquierda retorne a su hegemonía es que ha de creer en los valores humanísticos tradicionales del socialismo: socialismo en libertad, solidaridad cooperativa, igualdad real de derechos y deberes, igualdad de oportunidades, capacidad para explicar a la población las debilidades del neoliberalismo, desarrollo de políticas de unidad y de respecto a las personas. Poco se podrá avanzar desde los modos de organización que han demostrado con suficiencia su incapacidad para convocar a las mayorías y para luchar contra la corrupción.

Nadie creerá en la estrategia de magnificar la incapacidad o la incompetencia de los contrarios. Todo tiene límites. Recurrir a la descalificación como un recurso ordinario pone de manifiesto la falta de convicción en la propia identidad. Una sociedad con profundas desigualdades, trufada de agujeros negros por la ignorancia, la incompetencia y la abulia necesita, para seguir existiendo, políticas de equilibrios y reformas políticas y económicas constantes y profundas. La negación del reformista manifiesta una voluntad de dejación de las obligaciones propias. Otros con criterios discriminatorios, no respetuosos con las personas, afrontaran sin temor el proyecto de renovación.

La educación tiene un papel fundamental en las reformas necesarias. Es lo primero que hay que reformar en profundidad. Surgen cada día cosas nuevas que los ciudadanos han de saber. La modernidad consiste en gran manera en mantener operativa la curiosidad y en incorporar nuevos conocimientos.

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