El verano pasado, viajando por la provincia de Ourense, quisimos ver uno de sus grandes tesoros: la iglesia de Santa Comba de Bande. Una joya visigótica del siglo VII (como casi no quedan en España ni en Europa, tras la marea románica), con toques de arte romano, barroco... una delicia para cualquiera que tenga una mínima curiosidad y conocimientos artísticos. El caso es que no habríamos podido verla si no fuera por el trabajo de Isabel, una señora del pueblo de Bande que se ofrece desde hace años para custodiar las llaves del templo, enseñarlo a los visitantes y recoger sus aportaciones.
En resumen, hoy disfrutamos de Santa Comba por el voluntarismo de una mujer ejemplar y los euros sueltos que van dejando los viajeros. Isabel nos contó que llegan desde Japón, Rusia, Inglaterra, desde todas partes de España... y que ella apenas puede hacer frente a su doble jornada (en realidad, triple): la de su trabajo personal y la de guía artística.
¿Qué pasará con Santa Comba cuando esta mujer se canse de atender a cualquier hora a los viajeros? Me gustaría hacer una súplica (desde La Mancha) a la Xunta de Galicia: estoy convencido de que una joya como ésta merece más atención pública, y que incluso en plena época de austeridad puede haber algo de dinero para proteger el trabajo de esta señora y el mantenimiento de esta joya del arte.
¿Qué pasará con Santa Comba cuando esta mujer se canse de atender a cualquier hora a los viajeros? Me gustaría hacer una súplica (desde La Mancha) a la Xunta de Galicia: estoy convencido de que una joya como ésta merece más atención pública, y que incluso en plena época de austeridad puede haber algo de dinero para proteger el trabajo de esta señora y el mantenimiento de esta joya del arte.
