Muchos lo conocerán simplemente como 'el señor del Seiscientos', pero su nombre es Eusebio Fernández Álvarez, y hoy cumple ochenta años. No ha escrito un libro (todavía), aunque ha plantado muchos árboles y tiene dos hijos que lo adoramos. En este día quiero celebrar con la ciudad que lo vio nacer la excepcionalidad de un hombre sencillo.
Nació en La Rabaza de Abajo, de Eusebio 'Cadenas' y la señora Anita, tras su hermano Francisco. Buen estudiante aunque algo enfermizo, continuó durante un tiempo el negocio familiar de construcción, y todavía siguen en pie alguno de sus edificios del Paseo o de Las Lagunas. Estudió en Madrid oposiciones, y fue tesorero de los ayuntamientos de Nogueira de Ramuín, Chantada, Gondomar y, finalmente, Ourense. Casado con Rosa C. Salve Novo, enferma desde hace más de treinta años y a la que se dedica desde su jubilación con una sonrisa y un cortante 'es mi mujer' cada vez que alguien intenta elogiar su esfuerzo.
Padre devoto, seguía trayéndome el desayuno a la cama para que no me lo saltara bien entrada la treintena. Amigo de sus amigos, siempre dispuesto para una comida o para echar una mano a quien hiciese falta, sin esperar nada a cambio, sólo 'por si puedo hacer algo'. Cualidades todas que se suponen comunes y que sin embargo son tan escasas que hasta a mí me sorprenden a veces, y que unidas a esas orejillas de duende me hacen dudar si es real.
Lo sea o no, su ejemplo me hace mejor persona, y a Ourense una ciudad mejor por contar entre sus gentes con un hombre ya no excepcionalmente sencillo, sino sencillamente excepcional.
Padre devoto, seguía trayéndome el desayuno a la cama para que no me lo saltara bien entrada la treintena. Amigo de sus amigos, siempre dispuesto para una comida o para echar una mano a quien hiciese falta, sin esperar nada a cambio, sólo 'por si puedo hacer algo'. Cualidades todas que se suponen comunes y que sin embargo son tan escasas que hasta a mí me sorprenden a veces, y que unidas a esas orejillas de duende me hacen dudar si es real.
Lo sea o no, su ejemplo me hace mejor persona, y a Ourense una ciudad mejor por contar entre sus gentes con un hombre ya no excepcionalmente sencillo, sino sencillamente excepcional.
