VIDAS DESPERDICIADAS

No cabe duda del gran esfuerzo que hubieron de hacer personas como Liz Murray (la sin techo que estudió en Harward), lo mismo que el caso del sin techo Ted Williams (quién hoy es locutor de la NBC).
Pero tuvieron su padrinazgo y con ello su oportunidad para abandonar la calle. O el caso no tan lejano del archiconocido presidiario Eleuterio Sánchez (El Lute) que no sólo se libró de la pena de muerte, sino que escribió varios libros en prisión y estudió Derecho. Todos ellos tuvieron ese padrino milagroso que te ayuda a salir del atolladero. Si no, no hay salida posible. En el caso de Eleuterio esa mano milagrosa creo que fue Tierno Galván. Entre tanto otros muchos se van quedando inevitablemente en el camino. Por quienes siguen mirando el sin hogarismo con cierto aire de frivolidad (o de culpa) es fácil no tener memoria o tenerla muy tardía, sobre aquellos a quienes la administración ejerce ese retraso crónico de las demandas de alojamiento y desatiende algunas prioridades.

Me pregunto si en ciertas condiciones (o tal vez por norma) el actual sistema de atención social es perverso y quien entra en el circuito del sin hogarismo está condenado de antemano a no poder dejarlo sin más.

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