ZP Hood de los bosques

Quien más y quien menos conocerán la leyenda de la Inglaterra de la Edad Media en la que un tal Robin Hood o Robin de la Capucha, el cual vivía en el bosque de Sherwood y de Barnsdale, cerca de la ciudad de Nottingham, fuera de la ley y que luchaba contra el sherif y el Príncipe Juan I de Inglaterra, más conocido por Juan Sin Tierra, los cuales utilizaban la fuerza pública para acaparar de forma ilícita la riqueza de quienes se les oponían en su reino, por ello se dedicaba a robar a los ricos para repartir entre los más pobres y necesitados.
Pues bien, quién nos iba a decir que en pleno siglo XXI, en España, nos encontraríamos con otra versión del Hood de los bosques. Aunque también es cierto que podría ser Don Quijote, en este caso no con su fiel escudero Sancho, sino Pepiño Blanco. Pero en este caso, el personaje en cuestión lucha contra la derecha, contra la memoria histórica, contra la Iglesia, etcétera, etcétera, porque cree que éstes se apoderaron de la voluntad de la sociedad. Es por ello que, entre el reparto de su botín, se encuentran las negociaciones con ETA, los nacionalismos, la alianza de civilizaciones, y la última de todas... ’cuatrocientos euros a los más necesitados’.

Sinceramente desde esos tiempos nunca habíamos tenido un héroe semejante, aunque bien es cierto que este Hood no es tal, ya que este ZP no utiliza capucha para sus incursiones en el bosque del talante. Lo hace a cara descubierta, orgulloso de sus hazañas, y sabedor de que los súbditos del Reino no salen de su asombro al comprobar que tienen a un héroe capaz de culpar a la crisis internacional, a Bush, a la Guerra de Iraq, a Aznar, a las víctimas del terrorismo, a las familias, a la iglesia, etcétera, etcétera, de todos los males que pasan y están por venir.

Pero lo que no se da cuenta este ZP de los bosques, es que tanta rama y tanta hoja no le dejan ver quién viene por el camino, situación difícil a la hora de perseguir un fin. Es por ello que cuando se quiera dar cuenta, sus verdaderos enemigos no van ser los acaudalados terratenientes y nobles del Reino, sino las clases más trabajadoras y currantes, a las que una leyenda dentro de unos años dirá lo que este personaje decía defender. Mentira, tras mentira, insulto tras insulto, hipocresía tras talante; esa leyenda, ese héroe acabará siendo un triste recuerdo en la historia de un Reino llamado España.

Ojalá que el final de este cuento sea el 9 de marzo.

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