Ilusión y fe frente al covid en Celanova

No hacía falta que se la quitaran para saber que detrás de cada mascarilla infantil lucía una enorme sonrisa ayer en Celanova. Quince menores del municipio recibieron el sacramento de la Primera Comunión en una eucaristía atípica, con muchas limitaciones que, sin embargo, no restaron un ápice de ilusión y alegría a sus protagonistas. La pandemia del coronavirus obligó a suspender en primavera el evento religioso y la posterior fiesta del Corpus Christi, donde es tradición que los menores desfilen por el centro de la villa sobre un manto floral que elaboran los vecinos del centro, ayudados por las familias de los protagonistas. "É a situación que nos tocou, non haberá alfombras porque non toca, pero esperemos que o ano que vén poidamos recuperar as celebracións tradicionais e, por suposto, estes cativos están invitados a desfilar no Corpus si queren", comentaba el párroco celanovés, Cesar Iglesias. A los pequeños, que durante el confinamiento se comportaron como unos auténticos campeones y acataron sin protestar todas las prohibiciones, ayer les daban igual las alfombras, las mascarillas o los geles hidroalcohólicos que no se cansaron de repartir las catequistas. "Estamos moi contentos", respondían al unísono en la sacristía monacal, donde ensayaban por última vez las canciones que después representaron ante el altar. En el templo les esperaban ordenadamente sentados una pequeña representación de sus familias. Un máximo de diez invitados por menor que, si bien en algún caso se quedó escaso, sirvió para asistir a una eucaristía más tranquila y ordenada, donde no faltó la lluvia de pétalos desde la cúpula del templo y la música coral de las jóvenes promesas de la villa. Menos invitados, más mesas En el confinamiento, y con unas previsiones optimistas sobre la evolución del virus en el verano, la elección del 23 de agosto como fecha para celebrar las primeras comuniones parecía adecuada y segura. De ahí que la mayoría de los progenitores acordaran mantener el evento. Aunque no todos, "algúns pospuxérono para o ano que vén", reconocía el párroco local, que en todo momento se mostró muy celoso del cumplimiento de los protocolos higiénico-sanitarios. "Foi o que acordou a maioría. Non sabemos que vai pasar o ano que vén, así que nós tamén optamos por celebrala agora. Dá algo de pena polas alfombras, pero non tiña sentido estar todos alí agachados coas flores,...", comentaba Sonia Vila, una de las madres que ayer vivió con emoción la celebración. "Os cativos, os pobres, o tiñan merecido. Pasaron una primavera tremenda encerrados na casa. Son uns campións", señalaba. Las limitaciones y protocolos seguidos en el templo, donde se adelantó la misa dominical para el público en general y se controló el acceso a la celebración posterior con invitaciones y cierre del templo para evitar complicaciones, también los llevaron las familias a los restaurantes. Tanto reduciendo el número de invitados o trasladando las celebraciones al exterior, aprovechando además que el tiempo acompaña. "En nuestro caso solo íbamos a invitar al núcleo familiar, por lo que esta situación no nos ha afectado", comentaba Susana Fernández, madre de uno de los menores. Otros optaban por redistribuir las mesas para poner menos gente en cada una de ellas y aumentar así la distancia entre comensales. Los protagonistas Sofía Fernández: "Estoy super nerviosa y super contenta. Tenía muchas ganas de que llegara este día. Después de tantos meses encerrados en casa, apetecía una fiesta". Noel Pérez: "No estoy nada nervioso, estoy muy contento por poder pasar este día con mis amigos. Después iré con la familia a comer a un restaurante y... ¡a ver si me regalan la tablet!". Juan José de la Hera: "Tenía muchas ganas de hacer la Primera Comunión, aunque estoy un poco nervioso. Después irémos a celebrarlo a un restaurante con la familia y también algunos amigos".