Impulso a medias (1-1)

El veterano delantero del Guardés Jorge aguanta la pelota ante la presión de Ribao.
photo_camera El veterano delantero del Guardés Jorge aguanta la pelota ante la presión de Ribao.
El Polígono se resarce algo, no del todo, de la goleada de una semana atrás firmando las tablas con el Sporting Guardés

Impulso a medias. El impulso que anunciaba el entrenador a raíz del paso atrás consecuencia del sonoro 4-0 encajado frente al Céltiga no lo fue del todo. Pero impulso hubo, solamente un penalti dejó al Polígono sin la victoria, una victoria que pareció cerca a raíz del gol de Iván Pérez a los doce minutos de juego. A partir de ahí, los ourensanos vivieron con una comodidad absoluta, ante un Sporting Guardés más inocente que el asa de un cubo. Algo mejoraron en la reanudación, no mucho pero sí lo suficiente como para igualar, porque el primer tiempo de los visitantes fue un espectacular ejercicio de impotencia.

Del revolcón de una semana atrás sacó una lección Emilio Padrón, que para eso edificó un edificio aparentemente sólido. No será por ladrillos, que si lo tenían que derribar que fuese a golpe de golpes. Con un 5-4-1 se parapetó para esperar al Guardés, con Iván Pérez como única amenaza. Aquello de los muñecos, fáciles de manejar cuando no se mueven, imposible cuando no se quedan quietos. De manera que el 20 local cazó en el primer palo una pelota servida desde la izquierda para hacer el 1-0. “Vamos a cambiar el chip cuando perdamos la bola”, bociferaba el guardameta visitante. Con poco éxito, un tirito de Brais que se perdió a un par de zancadas del palo fue toda la respuesta ofensiva. Eso y la reclamación, más en la grada que sobre el campo, de un penalti a raíz de un abrazo quizá excesivamente amoroso de Ribao sobre el propio Brais. El árbitro dijo que no era para castigarlo.

Visto que no parecía tan complicado aguantar, el Polígono no movió un dedo para cambiar el guión tras el descanso. Pero el chiringuito se vino abajo cuando ahora sí fue señalada como penalti una disputa entre los protagonistas del abrazo. “Una puta disputa” clamaban los defensores. Pero no había marcha atrás, que aquí no hay VAR y lo que diga el árbitro va a misa. Empató Santi, pese a que el portero llegó a tocar.

Perdida la ventaja, los ourensanos comprendieron que irse arriba no era tan mala solución. No llegaron a crear ocasiones, pero al menos amenazaron con unos cuantos lanzamientos desde la esquina. 

En el último cuarto de hora entraron sin entrenador los amarillos, expulsado por protestar a voces que el árbitro detuviese el partido después de que Brais se retorciese por culpa de un balonazo que lo dejó fuera de juego.

Te puede interesar