El belga, un gregario de historial insignificante y casi dos metros de estatura, se adjudica la clásica París-Roubaix

El gigante Van Summeren sale del anonimato

El belga Van Summeren, con el trozo de empedrado con el que se distingue al ganador.? (Foto: ian langsdon)
El belga Johan Van Summeren, un gregario de historial insignificante y casi dos metros de estatura, se consagró en la París-Roubaix, la clásica de las clásicas, que cumplió 109 años sobre un recorrido de 258 kilómetros con 27 tramos de empedrado entre las dos ciudades francesas.
Van Summeren, de 30 años, atacó en el grupo de fugados a 15 kilómetros de la meta y aprovechó la falta de entendimiento entre los favoritos, el suizo Fabian Cancellara, dos veces ganador, y el noruego Thor Hushovd, campeón mundial, para rematar en el velódromo su aventura con un tiempo ligeramente superior a las seis horas. A 18 segundos llegó el primer grupo perseguidor, encabezado por Cancellara, que no pudo repetir su triunfo del 2010.

Con la Vuelta a Polonia en 2007 como única victoria en el campo profesional, Van Summeren remató el perfecto trabajo del equipo Garmin con una inesperada victoria que interrumpe la nómina de ilustres en el historial de la legendaria carrera.

Las caídas se sucedieron en el pelotón pese a que el suelo estaba seco. El belga Tomm Boonen, tres veces ganador de la prueba, se vio involucrado en dos y hubo de retirarse.

Juan Antonio Flecha fue el primer español clasificado, en el puesto noveno a 47 segundos del vencedor de la prueba.

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